OPINIóN
Actualizado 31/10/2014
Manuel Rodríguez Fraile

El Sínodo de Obispos, convocado recientemente por el Papa Francisco ha abierto "rendijas" para "dar respuestas pastorales a divorciados y homosexuales". Así se pronunciaba El arzobispo de Barcelona, Luis Martínez Sistach, hace unos días tras regresar de Roma. Y añade: se trata de armonizar la fidelidad y la indisolubilidad del matrimonio con la misericordia hacia estas personas. ¿A qué "resquicios" se refiere el cardenal? ¿Qué respuestas pastorales precisan los divorciados y homosexuales? ¿Respuestas desde la misericordia? Las intenciones parecen buenas, pero no las formas.

Según la Real Academia Española, "misericordia" es la virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenas. Por tanto, cuando el arzobispo utiliz

a la palabra "misericordia" se establece un injusto y perverso vínculo entre divorciados, homosexuales y miserias ajenas ¿Es por eso que su entrada en el seno de la Iglesia debería ser por rendijas, por compasión, y no de pleno derecho como el resto de los seres humanos? "Amaras a Dios sobre todas las cosas y a al prójimo como a ti mismo". Ese, creo recordar, es el principal mandamiento del Evangelio, al menos así me enseñaron, y en él no aparecen las palabras misericordia o compasión. Es decir le amaras con sus pecados y con sus miserias, que de eso todos tenemos.

"A la condición que puede exigir cada humano de ser tratado como semejante a los demás, sea cual fuere su sexo, color de piel, ideas, gustos, etc.; se le llama dignidad"; así la define Fernando Savater en su libro Ética para Amador, de muy recomendada lectura. Montesquieu, en el Espíritu de las leyes afirma: Una cosa no es justa porque sea ley, pero debe ser ley porque es justa. En mi opinión aquí están en cuestión estas dos cosas: la dignidad de divorciados y homosexuales y la justicia de su pertenencia a la Iglesia.

En los Evangelios no se niega a nadie incorporarse a la comunidad cristiana por su sexo, su color de piel, su profesión, condición social, procedencia, ideología, etc.; todo lo contrario, se advierte contra la tentación de creernos mejores que otros: Con la medida con la que midierais se os medirá y se os añadirá.

El cardenal Velasio de Paolis, afirmo en el Sínodo que: la Iglesia custodia una verdad de la que no se puede disponer. Y ¿cuál es esa verdad? ¿La verdad de las cruzadas, la verdad de los autos de fe, la de la Inquisición, la de la venta de indulgencias, la verdad de los Borgia? ¿Qué verdad debe custodiar la Iglesia?

Si los divorciados y homosexuales de buena fe deben entrar en el seno de la Iglesia por la compasión y la misericordia de sus dirigentes que buscaran resquicios en los textos sagrados para hacerlo posible, es que algo no van bien. Si la Iglesia Romana continúa negando el acceso a cargo de alta responsabilidad a más de la mitad de sus fieles, las mujeres, es que algo no va bien ¿o también buscará "resquicios"?. Si la Iglesia continúa privando de su derecho a los sacerdotes que contraen matrimonio, es que algo no va bien. Si la tradición y una lectura excesivamente rigurosa del Evangelio no dejan paso al respeto, la dignidad de todos y la justicia como derechos fundamentales, es que algo no va bien.

Todos sabemos lo difícil que es transformar una anquilosada y trasnochada estructura, pero hay signos para la esperanza. El nuevo arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, prevenía en una reciente rueda de presan sobre: La tentación de sentirse propietario de la Iglesia y descuidar la realidad, que no es como yo quiero que sea, sino que es la que es, y a esa realidad hay que bajar, hay que transitar por ella, siempre desde el centro, que es Jesucristo. El Papa Francisco también ha devuelto la esperanza a muchos, palabras suyas son: Jesús no impone jamás. Jesús es humilde, Jesús invita. Si tú quieres, ven. ¿Quiénes se creen algunos para contradecir al Maestro? 

 

[1] Marcos 4 - 24

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