OPINIóN
Actualizado 31/10/2014
Isidro Catela

Anoche se me olvidó apagar el teléfono (que es inteligente, pero no sabe apagarse solo ni sopesar cuando debe emitir u omitir esas constantes alertas sonoras de whatsapp y facebook). La consecuencia ha sido una catarata de mensajes, sobre todo de madrugadores, y entre ellos especialmente de sacerdotes, que me llevan felicitando por decenas en el día de mi cumpleaños número 42.


Maldito olvido, benditas redes sociales. Hoy, sorprendido por la Alegría, como decía C.S. Lewis, toca preguntarse para qué nacimos y en esa tribulación resplandece una respuesta por encima de todas: para una felicidad infinita.
Muchas gracias por compartirla.

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