OPINIóN
Actualizado 30/10/2014
José María Moreno

Suele ocurrir que algo que tenemos no lo apreciamos hasta que lo perdemos.

   Siempre nos mostramos orgullosos de nuestro proceso de transición, como, de manera pacifica y con el consenso de prácticamente todas las fuerzas políticas, se pasó de un sistema autoritario a una democracia de corte europeo.

   Hoy en Europa y especialmente en España los fantasmas del pasado vuelven a resurgir y planteamientos políticos  similares al nazismo o comunismo, envueltos en la palabrería correspondiente, se formulan como  solución a la crisis que atravesamos.

   Lo mismo en la Alemania de Hitler que en la Rusia de Stalin la realidad fue, tras el paso de esos dictadores, una Alemania destruida con millones de muertos y décadas de sufrimiento, y una Rusia que, después de tres generaciones, la inmensa mayoría de los rusos lo único que tuvieron fue opresión y miseria a lo largo de toda su vida.

   En situaciones difíciles, que siempre se atraviesan a lo largo de la historia, no falta quien sepa aprovecharse de tales circunstancias y  encauzar la disconformidad y la indignación en beneficio propio. La triste realidad, y la historia se repite; estos iluminados demagogos lo único que realmente traen es opresión y miseria.

   Es normal que haya muchos indignados por la situación que atravesamos y la corrupción que padecemos, pero es conveniente distinguir el grano de la paja. Vivimos en libertad y debemos estar muy atentos para conservarla; con tribunales de justicia que acaben con los corruptos y con una política económica que aminore el paro. Los iluminados y la demagogia no solucionarán estos problemas sino que los agravarán y en tales circunstancias nuestra libertad corre peligro.
   

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