OPINIóN
Actualizado 29/10/2014
Fernando Segovia

Vuelvo a ver los noticieros del viejo NoDo en la reposición que de ellos hace la 2. Uno es tan añejo casi como los mismos noticiarios. Esa es una buena referencia de lo que a uno mismo le ha tocado vivir ya. Y se refleja en las vestimentas, los autos, aspectos generales y acontecimientos que viví en directo o en casi directo y ahora me lo recuerdan en imágenes en blanco y negro.


            Aquella España era un país entero desarrollándose como podía después de una salvaje guerra fratricida y otra vivida de soslayo. En constante crecimiento, como dicen los economistas de ahora. Ahora que estamos en decrecimiento o mínimos decimales crecientes. Se hacía todo, pues casi nada había. Pueblos que aparecían nuevos. Barrios enteros en las ciudades. Los embalses y generadoras hidroeléctricas. Vías de ferrocarril electrificadas. Crecimiento del sector naval. Fabricación de automóviles y maquinaria para el campo. Producción intensa en agricultura y ganadería. Amplia diversidad de sectores económicos. Trabajo, mucho trabajo (ajeno, normalmente ajeno, por supuesto). Muy poco remunerado, si se quiere, de escasas garantías en todo, pero trabajo a fin de cuentas. E ilusión por intentar salir de la miseria. Y economía en continuado crecimiento y con horizontes. Y la dictadura de fondo, claro.


           Ahora mira uno el mal sueño del presente con una economía mal subvencionada en sectores monopolísticos e interesados. Agricultura y ganadería que no responden a lo real. Dependientes de cuotas y subvenciones dictadas desde mercados monopolizados. Escasa industria (algo la del automóvil) y ésta dependiendo de multinacionales con intereses mucho más globales. Un crecimiento exageradísimo sin control en la construcción que propició un torpedo en la línea de flotación de toda la economía. Jugar al dinero sin dinero (como en el viejo Palé o el Monopoly de ahora). Esos juegos tan peligrosos. Algo de desarrollo en las industrias del Ave, que eso sí, y en las energías renovables. Y poco más. Insuficiente a todas luces.


         Necesitamos con urgencia una redistribución más productiva y competitiva en lo industrial. Incorporarnos a los nuevos tiempos y modos de producción. No sé si con capitales privados (dejándolos hacer más y mejor, no poniéndoles trabas) o con los públicos. Pero diversificar. Competir. Inventar más. Seguir consumiendo (el que pueda, claro). Y continuar confiando  en el turismo como el maná de nuestra economía.  Pero, entre nosotros, ¿un país que depende casi exclusivamente de que  otros ciudadanos del mundo tengan el capricho de visitarnos, puede fijar su futuro sólo en eso? Yo no lo creo.

 

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