OPINIóN
Actualizado 28/10/2014
Luis Márquez

Imagínense que hace un tiempo, el señor P y la señora B, señores lustrosos donde los haya, de buena familia, con gran poder y dinero, se ponen de acuerdo para crear una ilusión al resto de los señores del abecedario. Tengan en cuenta que por un momento estos dos primeros hacen parecer, en su propio gozo e interés, que las cosas son lo que no son y valen más  de lo que realmente cuestan.

Piensen por un instante que lo consiguen alimentando las miserias del Ser, ya sea por necesidad, desconocimiento, incultura o simplemente por un voraz apetito desordenado de atesorar.

Visualicen como este burbujeante binomio es obligado a transformarse en un sensual trio mediante soborno, al entrar en escena el Señor c minúscula y descubrir este, los planes parciales de los dos primeros.

 

Ahora imagínense muchas letras perdidas en el analfabeto. Minúsculas, casi imperceptibles. Sin prácticamente oportunidad de formar palabras y decir o significar algo.

Mientras observen como obstructores, con el beneplácito de olíticos y el incondicional apoyo de anqueros,  nos venden un futuro mayúsculo a base de frases rimbombantes. Una  vida llena de sueños y palabras tildadas de la nada. Una vida acentuada por la ambición. Una vida subrayada por una mayúscula forma de hacer las cosas que más tarde, nos la cambiará.

 

Descubierto el embrollo y con un abecedario que se ha quedado prácticamente sin palabras, con más minúsculas que nunca y  una dilapidaria H que es y será la auténtica prisión para todo nuestro alfabeto, los culpables del mismo, señores P y B (porque la C hace tiempo falleció en un solar por sobredosis), habrán doblado su patrimonio.

 

Ahora siéntense tranquilamente, vean la vida pasar e imagínense que aquellos miserables hubieran tenido razón y todas las letras del abecedario hubieran sido mayúsculas. ¿Que serían entonces la P y la B?

Por último, y a los privilegiados que les quede, relájense en su casa. Sí, en aquella, que en el mejor de los casos valdrá la mitad de lo que costó a cargo del doble del patrimonio de P y B, y sigan bebiendo tranquilamente esa sopa de letras mientras ven todo pasar, pero cuidado, no se quemen. 

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