OPINIóN
Actualizado 25/10/2014
Fructuoso Mangas

Estamos ya, por cálculo y necesidad, en una sociedad de mínimos y a la vez, por definición y por avaricia capitalista, en un proyecto de máximos. Y en esa contradicción nos movemos.

Por eso uno de los desafíos, ya casi ganado por cierto, sería cómo poder enviar más información diciendo menos; cómo mezclar un fácil y aséptico minimalismo, aligeramiento propiciado por la levedad informativa, con una avalancha informativa que levante un muro opaco frente a la realidad de lo que es y de lo que pasa. Es el viejo sueño comercial de conseguir un euro por un céntimo, mucho por casi nada. Y casi está conseguido, el río baja revuelto y la orilla está llena de los pescadores que organizaron la "revuelta".

Y conseguido esto, ahora buena parte de nuestra existencia se consumirá en el intento casi permanente de estar a la altura de nuestra herramienta. Y esto lo escribo cuando acabo de estrenar un terminal móvil de última fase con todos los poros abiertos para intoxicarme por cuanto llegue. Claro, si me dejo; pero, ¿cómo he de comportarme para estar a la altura de Facebook, de los blogs de mis amigos o del Twitter (me he sentido mal al saber que es onomatopéyico y significa algo así como gorjear) que no cesa con sus ráfagas cortas e insignificantes?. Ahí estoy.

 Es una infoxicación en toda regla y de especial peligrosidad para desprevenidos. Y no hay vacuna reconocida. La ansiedad por filmar, grabar y colgar nuestros momentos de forma inmediata es un síntoma que forma ya parte de la enfermedad, como si la vida que no se twitteara ya no fuera vida real. Vieja advertencia de McLuhan cuando avisaba de que los medios son capaces de transformar los contenidos.

Mario Vargas Llosa en un artículo allá por 2011 se pasó varios pueblos al escribir: "cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros".  Pero no digo yo que un día no tenga toda la razón, porque ya nos empieza a pasar que es imposible razonar o analizar una información porque se nos amontona una nueva carga informativa que nos exige dejarlo todo y estar al día. Hay demasiado ruido y ya casi no se oye nada; con esta ingesta incesante y a presión no hay digestión posible. Y temo verme navegando como un náufrago perdido en un mar de nada.

Es lo que se conoce como "infoxicación", en el sentido de que estamos tan saturados de información que acabamos intoxicados con la misma. En nuestro país la analizó clínicamente y le puso nombre ya hace años Alfons Cornellá, aunque desde entonces ha llovido mucho y la dolencia es de mayor gravedad.      

Peligrosa sobrecarga de triglicéridos informáticos. Con mal remedio y sin vacuna según parece.

 

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Infoxicación