OPINIóN
Actualizado 24/10/2014
Eugenio Sánchez

  Etéreo, frágil, vital,  una de las pocas cosas en la vida aún sin precio.

  No debería dar ideas, verás como viene el listo y patenta la respiración, y vendrán las comisiones por mantenimiento de inspiraciones  y el impuesto de espiración.

  ¿Por qué casi todo tiene un precio?

  Mi afán es bucear en este mundo hasta hallar aquello que no se pueda comprar.

  Está muy bien vivir del trabajo, todos necesitamos comer, sólo necesitamos erradicar la lacra de la ausencia de empleo y tras ello, no conformarnos. Siempre se puede hacer algo más, seguir trabajando hacia otros, el ciclo del día a día convertido en egocentrismo y monotonía es la más lenta y cruel de la existencias.

  El aire es mío y tuyo y de todos, el más humilde de los tesoros, desnudo, discreto hasta en su susurro, es capaz de acariciar y hasta en ocasiones remover conciencias, muy pocas por cierto, así andamos de mal.

  Te noto, te siento, te quiero, te envidio;  te respiro profundamente y tú no me pides nada, aún incrédulo, te admiro. Deberías recibir el Nobel del saber estar sin hacer ruido.

  Ni siquiera protestas en las grandes urbes dónde simplemente el hombre te aniquila, ¡seremos idiotas e insensatos, no nos damos cuenta que destruyéndote todos vamos hacia el abismo!

  Querido aire, has estado aquí a mi lado mientras escribo sobre ti, ¡quizá con los ojos cerrados!

  Guillermo o Daniela llamarán mañana a tu puerta, espera, no te vayas?

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