OPINIóN
Actualizado 23/10/2014
José María Moreno

Hoy los medios de comunicación en su afán de proporcionar noticias, con frecuencia, están promocionando a una serie de minorías que ni son las más representativas ni las más sensatas.

   Pasa lo mismo que en las casas de vecinos en las que suele suceder que, si entre veinte de ellos, diecinueve se portan correctamente pero hay uno que es incivilizado y le gusta la bronca, parece ser el único que habita en dicha casa y es del que todo el mundo habla y comenta.

   En esta casa de vecinos de nuestra España, ocurre tres cuartos de lo mismo. Es verdad que, por desgracia, en esta difícil situación, se han dado una serie de escándalos por personas indeseables que parece que son los únicos que representan a nuestra ciudadanía y no es así. Son  millones de personas que de forma honrada y silenciosa trabajan y cumplen cada día  con la esperanza de un mañana mejor. Hay minorías que, aún teniendo trabajo, cumplen mal y hacen todo lo posible para impedir que nuestra sociedad pueda funcionar.

   Es posible que haya llegado la hora de que la gran mayoría silenciosa deje de serlo y se actué con  valentía frente a quienes se creen los únicos poseedores de la verdad y autorizados para juzgar, a vuela pluma, sobre cualquiera que no aplauda o sea complaciente con sus ocurrencias.

   La demagogia es el pan nuestro de cada día, parece mentira que quienes, teóricamente, dicen que aspiran a gobernar puedan hacer planteamientos tan infantiles que, de llevarse a cabo, llegaríamos a la igualdad de todos en el reparto equitativo de la miseria.

   Es hora de que quienes pensamos en España, por encina de la conveniencia de los partidos políticos, actuemos en consecuencia y mostremos nuestro rechazo a esas minorías alborotadoras, para las cuales es conveniente la política del río revuelto, considerando que son ellos los que en tal circunstancia mejor saben pescar.

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