OPINIóN
Actualizado 23/10/2014
María García

Que Europa está envejeciendo es una realidad. La tasa de natalidad ha caído drásticamente, a excepción, de países como Francia donde su tasa  es la más elevada. Según datos de la Comisión Europea de aquí al 2050 el números de europeos mayores de 80 años se va a triplicar y las personas de entre 60 y 79 años va a ocupar un cuarto de la población europea.

 Aquí en España, recientemente, hemos conocido, por los datos del INE, la caída tan espectacular de la natalidad en toda España y especialmente en Castilla y León donde los datos son alarmantes y superiores al resto del país, con un saldo vegetativo negativo de 9.603 defunciones más que nacimientos. La media de hijos por mujer sigue descendiendo y cada vez, las mujeres, tenemos menos  hijos  y más tarde. Las mujeres no queremos renunciar al trabajo y a una carrera profesional, pero muchas de nosotras, tampoco a tener hijos. El desempleo, la precariedad, la inflexibilidad del horario laboral español, la falta de proporcionalidad en el reparto de las tareas familiares en el cuidado de los hijos y familiares dependientes y, la ausencia de servicios sociales asequibles y aceptables donde ayuden a las familias a atenderlos, hacen que las mujeres se alejen cada vez mas de la maternidad.

El frenazo de la natalidad, no es nuevo, se viene produciendo desde hace muchos años sin hacer nada por ello, solo viendo y observando resignadamente su caída sin poner medios y mecanismos para corregirla. Tanto en el conjunto de España como en nuestra comunidad no se acometen medidas para promover una natalidad que garantice el remplazo generacional y, ni que decir, a nivel local. Se nos llena la boca hablando y encargando estudios sobre  análisis de la despoblación en Castilla y León, que una vez conocidos y advertidos de la gravedad, prometen tomar medidas que solo son reflejadas en convenios o acuerdos de buenas intenciones, a ser posible, con los agentes sociales y la oposición. Son muy lucidos cuando se promocionan y firman, aparecen en todo los medios de comunicación, donde se reflejan y mueren dichos acuerdos, pues a la hora de la verdad, no cuentan  con compromiso y financiación necesaria para desarrollarlos y  aplicarlos.

Se necesitan con urgencia, políticas que impulsen la natalidad, con apoyo a las familias, beneficios a la maternidad y flexibilidad laboral para que las familias jóvenes puedan compaginar su vida laboral y familiar. Todo lo contrario de lo que está haciendo nuestro gobierno, donde los privilegiados que podemos contar con un trabajo vivimos en la constante incertidumbre de poder mantenerlo y donde pedir permisos parentales ya supone la posibilidad de perder el trabajo.

No hace falta inventar nada, solo fijarnos en otros países europeos, que han implantado fórmulas de compatibilidad laboral y familiar, con permisos familiares, una buena red de guarderías gratuitas, precios asequibles, mejores beneficios para las familias y que han demostrado que son los que tienen las tasas más altas de natalidad. 

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