OPINIóN
Actualizado 22/10/2014
Carlos Blanco Plaza

Me gustaría comenzar en este espacio, haciendo un breve acto de reverencia a la magnífica, aunque mejorable, ciudad en la que vivimos. Esa que nos brinda sorpresas tan gratas como la que a mi me ha sucedido en un día cualquiera, de un cálido mes otoñal.

Todo esto ocurre, a pocos metros de un paraninfo, el de la Universidad de Salamanca, cuyo claustro se reunió como tantas otras ocasiones, para tratar un proyecto, el del primer viaje de descubrimiento de las Américas de Cristóbal Colón, que contó con la colaboración del astrónomo salmantino Abraham Zacut.

En un pasillo y de repente, encontré frente a mi al que fundara Radio Nacional de España aquí en Salamanca, El General Millán-Astray y Terreros. Se encontraba a escasos centímetros de mi persona. Realidad o ficción pensé. Seguí caminando mientras cruzaba miradas con militares golpistas. Había políticos, religiosos de primer orden y civiles de abolengo. Igualmente, le vi a el, Unamuno.

Salí a la calle, pensando que había vuelto al 36. Pero tenía que continuar con mis obligaciones y quehaceres diarios. Fuera, todo seguía igual. No había demasiado ajetreo ni bullicio. Definitivamente, se trataba de ficción.

Por un momento, yo, ferviente amante de la historia reciente, creí verme involucrado en un episodio histórico que tuvo lugar un siglo atrás aquí, en Salamanca, protagonizado por el rector Miguel de Unamuno, y Millán-Astray, a partir del cual el escritor sufrió el destierro a Fuerteventura. No fue así.

Seguí mi camino cuando reparé en que en estos días iba a llevarse a cabo el rodaje de una cinta, de carácter nacional, en la que se narra la trayectoria del profesor y filósofo vasco desde su exilio en la isla de Fuerteventura en febrero de 1924 hasta su muerte, el 31 de diciembre de 1936, aquí, en Salamanca.

En ese momento cavilo acerca de la tradición histórica que tiene este enclave privilegiado ubicado en la meseta castellana. En un instante veo conjugarse aquí, en Salamanca; vida (creación de una emisora de radio) y muerte (fallecimiento de un personaje representativo).

Hago memoria hasta que me doy cuenta de que leí en un periódico digital local que su caracterización recae en el actor onubense José Luis Gómez, miembro de la Real Academia Española de la Lengua y galardonado en el Festival Internacional de Cine de Cannes por aquella sublime interpretación en "Pascual Duarte".  

Llegó a mi destino pensando en las ganas que tengo de ver materializado ese largometraje que me otorga esperanza. Esperanza de que mi ciudad siga siendo cuna de historia. Pues ya lo dijo Cervantes en 1613, "Salamanca que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado".

Así mismo, me siento orgulloso a la vez que emocionado de poder disfrutar por las calles que en su día han soportado el peso de la política, el arte y la cultura de una capital que camina hacia el XV aniversario desde que fue declarada "Ciudad Europea de la Cultura" al inicio del presente siglo.

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