Daniel Martín Anaya
Como pintor novato que se enfrenta ante un lienzo intentaré desde estas líneas retratar a un joven veinteañero, espero que sepa disculparme por mi torpeza con el pincel y los borrones sobre la tela.
Lo primero que me viene a la mente es una risa fácil y contagiosa, me recuerda a mi mismo cuando no podía todavía valorar a mis padres por todo lo que son y lo que hacen por un bebé, niño y joven en periodo de aprendizaje.
Estudia en el Venancio Blanco, toca la gaita y el tamboril con su maestro Javi Montes, y practicó judo hasta que una costilla quebró, eso sí, se despidió con una medalla de bronce en el Campeonato de España que se celebró en Salamanca el año pasado.
Toca el piano, tira con arco de manera adaptada y es fiel seguidor de todo el deporte charro, no falta a su cita con el Avenida y le duele la desaparición de la Unión Deportiva Salamanca.
En Aviva practica goalball los miércoles y baloncesto los jueves, hoy, me escribía; "disfruté mucho con el grupo que me tocó, ¿puedo entrenar otros días con ellos?". Te contesto ahora, querido Dani, por supuesto, nadie puede decirte a ti dónde se encuentran tus límites, sólo tú, sin darte cuenta estás abriendo camino para otros que vendrán detrás.
También me comenta que intenta participar en todas las actividades que organiza Aviva; como la jornada de deporte adaptado de la Alamedilla, la carrera de los 1.000 pasos o la San Silvestre.
Su pueblo, lo dice con orgullo no es Villablino, ¡no Ricardo Alcalde!, que siempre te lías, es Villarino de los Aires, y hasta tiempo tiene de presidir una peña y está diseñando el verano del 2015 allá por San Roque.
Como ustedes pueden leer, nada de particular en hacer deporte, vivir el tiempo libre en tu pueblo, tener afición por la música y el folclore, nada de particular, Daniel lo siente, lo vive todo, pero como dice su hermano Rubén, hay otras formas de ver: "somos una marea de gente, todos diferentes, remando al mismo compás ?". Macaco.