Yo no tengo perro. Me sorprende la cantidad de ciudadanos que lo tienen y me da buen rollo cuando observo el cariño con que se les trata por parte de sus dueños. La relación emocional que un perro llega a tener con su dueño constituye motivo de análisis y estudio y viene a moldear con letras destacadas aquello de que es el mejor amigo del hombre. La condición humana es dueña de dos caras antagónicas: una para enaltecerla, como la de ese bombero intentando volver a la vida a un cachorrillo prácticamente muerto haciéndole el boca a boca y los primeros auxilios. Otra para denigrarla hasta las más profundas cuevas de la maldad, como la de ese hombre que aparecía en internet hace unos pocos años moliendo a palos con una barra de hierro a un indefenso Pastor alemán atado. Los aullidos de aquel animal aún me llegan al alma. O los galgos ahorcados? Youtube nos ofrece un infinito muestrario videográfico de cómo en muchas ocasiones los sentimientos de fidelidad, solidaridad y amistad de un perro saltan por encima de los humanos.
Como "Escálibur", el perro de la auxiliar de clínica infectada de ébola. Seguramente un gran perro; más que eso, uno más de la familia?que ahora, dice la Comunidad de Madris, tiene que ser sacrificado. El perro, notario de alegrías y penas. Nuestro héroe, nuestro mártir.