Algunos dicen que el primer grafito lo escribió la mano misma de Javhe: aquel mené, tekel, ufassin (Dan 5, 25), que apareció de improviso en la pared durante la célebre cena del rey Baltasar; y el profeta Daniel, judío exiliado en Babilonia, se lo interpretó, diciéndole, en resumen, que su reino sería destruido y entregado a sus enemigos. Después la "humanidad" ha seguido escribiendo "grafitti" (así se llaman en italiano universal, con raíz griega) y seguramente los más abundantes son los del género pornográfico que se han escrito en las letrinas en todos los tiempos. Han sido muy importantes los encontrados en la ciudad de Pompeya sepultada bajo las cenizas del Vesubio, que están recopilados en un libro de la Biblioteca Clásica de Gredos, muchos del susodicho género, que responden a pautas previsibles, es decir que se podían haber escrito en cualquier tiempo y de hecho son semejantes o iguales a los de hoy y de siempre. Otros que se hicieron famosos son los que se escribieron en las paredes de París en la "revolución (o lo que fuera) del 68", donde los había desde libertarios a poéticos, como "prohibido prohibir" o "aprende a desaprender", que yo he visto reproducido aquí en un muro de la vía del ferrocarril cerca de mi casa. Muchos han considerado los grafitos como un arte, otros como los periódicos de los que no pueden escribir en los periódicos; unos los quieren suprimir por peligrosos y subversivos, otros dicen que son intrascendentes y no hacen más que ensuciar las paredes, incluso las de edificios nobles y monumentos arquitectónicos. Por eso la autoridad para controlar a los grafiteros ha probado de todo: desde el aguarrás hasta la concesión por decreto de espacios murales para que pinten y decoren las ciudades. Incluso se han hecho concursos y creado premios para las mejores "obras artísticas" de los muros de la ciudad, Y he oído que algún alcalde ha comenzado la limpieza de grafitos de las paredes y muros de su ciudad. Yo creo que, mientras el mundo sea mundo, no lo conseguirá ni este ni otro alcalde, ni un presidente, ni un emperador (si es que queda alguno).