OPINIóN
Actualizado 09/10/2014
María García

Existe mucha confusión sobre el término feminismo, no solo por desconocimiento sino por interés de desprestigiar el movimiento. En muchos casos se pone el contrapunto del feminismo al machismo y, nada más lejos de la realidad. El machismo es la actitud prepotente del varón respecto a la mujer y el feminismo surgió como un movimiento social y político que supuso la toma de conciencia colectiva de las mujeres a una situación de agresión y marginación. El feminismo es una herramienta de lucha para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres y reivindicar sus derechos pero, en ningún momento, representa la prepotencia de la mujer contra el hombre, todo lo contrario, se trata de encontrar un lugar en la sociedad, donde hombres y mujeres vivamos en igualdad.

Esto le debería quedar claro a la Iglesia, pues pensaba, que había quedado lejos aquel texto del papa Ratzinger donde condenaba las "distorsiones", que él creía, generaba el feminismo y la ideología de género, haciéndonos culpables a las mujeres feministas de las maldades del mundo, porque de nuevo el Obispo de Alcalá, recoge velas de aquel papa inquisidor y retrógrado para  arremeter, de nuevo, contra los principios feministas, abanderando el patriarcado y machismo más recalcitrante, diciendo y asegurando que el feminismo ideológico no es más que un paso en el  proceso de deconstrucción de la persona y que hemos pasado del feminismo de la igualdad al feminismo ginocéntrico defendiendo el aborto y a los homosexuales, además de otras lindezas que provocan una clara apología de la desigualdad y alientan a la violencia contra las mujeres, arremetiendo contra los principios feministas. Todo este discurso con "cariño y paternalismo", pero no debemos preocuparnos porque va a rezar por nosotras, para sacar esos demonios que llevamos dentro y  hacer de las mujeres feministas seres piadosos y esclavos, de la iglesia y los hombres

Está visto que algunos representantes de la Iglesia, en su cruzada antifeminista, están dispuestos a luchar contra las mujeres, o tal vez, mandar algún mensaje para callar todas esas voces y movimientos cristianos de mujeres que piden igualdad dentro de la propia Iglesia, demandando el derecho a dirigir misas, dar comunión, casar y ejercer de obispo, cardenal o ser elegidas Papa. La Iglesia no puede ser tan miope y soberbia. Debe usar estos movimientos internos de mujeres y hombres, que quieren trabajar dentro de la Iglesia, para corregir situaciones de injusticia y aceptar mujeres en la cúpula de la Iglesia usando el feminismo como objetivo y desafío de una Iglesia actual y moderna que sirva de  referencia en la actual sociedad. La Iglesia también, deberían de haber condenado, desde hace mucho tiempo, la discriminación de la mujer por injusta y anticristiana y dejar de editar y promocionar libros como el de la periodista Constanza Miriano de "Casate y se sumisa" que lo único que hacer es alejarnos cada  vez mas de esta iglesia clasista y farisea.

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