La fuerza de una totalidad poética se nos revela en lo creado por el cubano-español Gastón Baquero (1914-1997), donde la fantasía nunca se declara en huelga: además, en la médula de sus escenificaciones se percibe, al menor pestañeo, una renovación de lo ya gastado: nada es baladí para este amanuense que escribía en la piel de su imaginación y que fue poniendo cataplasmas para atenuar los zarpazos de la cruda
realidad.Era mulato pero descreía de la poesía "negra": lo suyo era el mestizaje múltiple, étnico y cultural, desbordante y contenido: todas las fuentes absorbidas en su sedienta memoria; todas las formas (desde el soneto al poema-río, para terminar en el brevísimo "Festín de Alejandro"); todas las admiraciones a los maestros precedentes de la poesía y la filosofía universal? Y si debemos quedarnos con un poema donde se concentra su mejor alegoría del mestizaje, no duden en leer "Brandenburgo 1526", exquisita muestra del connubio entre la Vieja Europa y el Nuevo Mundo.
Estamos de fiesta, centuria por medio y tesón apasionado de Viloria Vera, para celebrar la savia de tres mundos que supo legarnos ese gigante nubio nacido en Banes allí por el oriente de la isla de Martí.
(*) Texto para la contraportada del libro del mismo título, escrito por el venezolano Enrique Viloria Vera, y que será presentado durante el XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, a celebrarse en Salamanca entre el 15 y 16 de octubre.