OPINIóN
Actualizado 07/10/2014
José Javier Muñoz

En 1981 ideé un sistema electrónico de arbitraje del que se hizo bastante eco la prensa pero que, como no podía ser de otro modo, quedó en nada. Porque el fútbol es como la vida misma y también en él las nuevas tecnologías se aplican tarde. Puede que lo hagan cuando los organismos decisorios acepten que muchas de las reglas vigentes son injustas. En TVE Norte me entrevistaron junto con el árbitro internacional Urízar Azpitarte, quien en directo dijo que no creía que el fútbol adoptará procedimientos tecnológicos porque perdería espontaneidad. Cuando terminó el programa, en cambio, me comentó que sí se terminará por utilizar algún recurso semejante. A mí me pareció que en el fondo los colegiados temen que perderían autoridad.

Hoy todavía resultaría más fácil recurrir a la técnica para dirimir sobre jugadas dudosas. Bastaría con que el árbitro principal detuviera el juego y el cuarto árbitro comprobase la jugada en video. Podría equivocarse, cómo no, pero menos de lo que ocurre ahora. Las pegas que se oponen a este sencillo sistema no se sostienen. Veamos:

1. No todo los partidos son grabados en video. ¡Pues claro! Ese procedimiento se aplicaría cuando sí se dispone de imágenes de televisión. La inmensa mayoría de las competiciones futbolísticas del mundo incluso de equipos federados, ni siquiera disponen de linieres y no por eso dejan de valer los resultados.

2. Se perdería mucho tiempo. Pues no; de hecho se suele perder bastante más tiempo en las protestas al árbitro, las tánganas y las consiguientes tarjetas. Bastaría con aplicar la norma de prolongar 30 segundos cada comprobación al igual que se hace con los cambios de jugadores. Por cierto, en algunos de estos casos he llegado a contar hasta dos minutos de juego detenido mientras un futbolista se mantenía en el suelo (dolorido o fingido).

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