OPINIóN
Actualizado 29/09/2014
Jotamar

O entre dos absurdos e incomprensibles personajes que se creen el ombligo del mundo y tal vez piensan que la mayoría de los españolitos somos tontos. Estamos pues entre la alcaldesa y el obispo, pontificando ambos en un tema, aborto sí aborto no, que tiene a la sociedad española dividida en dos bandos, de muy difícil solución y que, a juicio de este que escribe cosas, encontrarla estaría en la conciencia de cada cual, en especial de cada 'cuala' que en último extremo es quien tiene que decidir.


Si el uno es retrógrado en sus planteamientos, la otra no le va a la zaga, pobre, aunque todavía no me crea que haya podido manifestarse en esos términos. A ésta, la alcaldesa que al parecer rige con buen pulso la bella Zamora, se le ha desatado la lengua y ha pronunciado frases no sólo incoherentes, fuera de lugar y sin sentido, sino que de un plumazo ha arremetido contra todas las mujeres, abortistas todas ellas por el simple hecho de ser mujer. Muchos en esta región habían pensado en esa rosa como primera fémina presidenta de nuestra comunidad, pero se metió en un jardín oscuro y nos ha descubierto sus espinas. Tengo para mi, me da la impresión que se le trabucaron las palabras o leyó un discurso no escrito de su puño y letra, y sí por algún propio que le coló unas cuartillas plagadas de tontunas.


Al señor que viste de rojo carmesí en las grandes celebraciones, que se atreve a condenar en la tierra al ser humano, algo que no le corresponde aunque piense que por su condición de obispo está imbuido de toda potestad, le diría que regrese de la edad media, inquisitorial época, sea consciente del siglo en el que vivimos y empiece a olvidar que en él no reside la verdad. Con personajes de este tipo y condición, nada extraña la pérdida de la fe entre las buenas gentes, las iglesias cerradas o sus bancos vacíos.


Definitivamente, entre los unos y los otros, los políticos y los que antaño vestían sotana que tanto yerran y tanto mienten, nos llevan por caminos equivocados, pese a que el señor del báculo diga que los caminos del Señor son inescrutables. Es por ello que todos empezamos a pensar de buena fe 'por esos senderos no me pierdo'.  

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