OPINIóN
Actualizado 29/09/2014

"Catalanes: Interpretando el sentimiento y los anhelos del pueblo que nos acaba de dar su sufragio, proclamo la República Catalana como Estado integrante de la Federación Ibérica. De acuerdo con el Presidente Señor Niceto Alcalá Zamora, con el que hemos ratificado los acuerdos adoptados en el Pacto de San Sebastián, me hago cargo provisionalmente de las funciones de Presidente del Gobierno de Cataluña, esperando que el pueblo español y el catalán expresen cual es en estos momentos su voluntad..."

Con estas palabras, el líder de Esquerra Francesc Macià, proclamó la "República Catalana" el 14 de abril de 1931, secundando la proclamación que una hora antes había hecho su compañero de partido  Lluís Companys.

 De todos es sabido lo que ocurrió después, incluida la proclamación del 6 de octubre de 1934, cuando Companys apareció en el balcón de la Generalidad, acompañado de sus consejeros, y proclamó "l'Estat Català de la República Federal Espanyola".

Es verdaderamente espeluznante la similitud de aquellos actos y sus nefastas consecuencias, con los hechos que están a punto de suceder en Catalonia (lo escribo en inglés para evitar conflicto).

 Siempre decimos que es imprescindible conocer la historia para no caer en los errores del pasado, pero parece ser que el "hijo está condenado a pagar las deudas del padre" o "que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra".

Unos "señores" como Arturito y su cuadrilla o el frío Junqueras, están poniendo en jaque a todo un país, importándoles un pijo las consecuencias que puede acarrear tal osadía.  Jalean, una y otra vez, a sus hordas independentistas para intentar provocar  un sentimiento nacionalista de odio, acabando con cualquier vestigio de "Españolismo" que pueda correr por sus venas.

Yo supongo que, con estos actos ficticios de amor patrio, lo único que quieren es amedrentar al débil gobierno de Mariano para que les den más poder o dinero. Pero no se dan cuenta que, cuando sueltas una jauría de perros, quizá no puedan volver a enjaularlos y terminen en la picota los instigadores, lapidados por sus propios esbirros.

"Al anochecer aparecieron las primeras barricadas, se distribuyeron grupos armados por las calles y se preparó a los edificios oficiales para la resistencia. La Generalidad se defendió con un centenar de mossos d'esquadra dirigidos por Pérez Farrás; la Alianza Obrera ocupó el local de Fomento del Trabajo Nacional en la Vía Layetana con unos 400 hombres; un número similar de partidarios del PSOE se concentraron en la Casa del Pueblo de la calle Nou de Sant Francesc; y en general los grupos con fusiles estaban preparados en los locales de La Falç, Nosaltres Sols! y el CADCI (Centre Autonomista de Dependents del Comerç i de la Indústria) en la Rambla de Santa Mónica.

Cerca de las once de la noche, una compañía de infantería y una batería del regimiento de artillería llegó a la Rambla de Santa Mónica y cuando el capitán se dispuso a leer el bando de proclamación del estado de guerra, desde el local del CADCI empezaron a disparar resultando muertos un sargento y heridos otros siete militares. La repuesta fue el bombardeo de artillería sobre el centro resultando muertos Jaume Compte, Manuel González Alba y Amadeu Bardina, dirigentes del Partit Català Proletari. El resto se rindieron a la una y media de la madrugada del día 7 de octubre"

"Si per a la defensa fos suficient empunyar l'escut, no ha esgrimir l'espasa"

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