OPINIóN
Actualizado 28/09/2014
@santiriesco

Una vez. Otra. Y otra más. Así desde que nos sentábamos en la mesa y hasta que me dejaban levantarme. Comenzaba con un tono suave cuando servía el primer plato. Se iba endureciendo a medida que pasaba el tiempo y algunos terminaban el segundo plato. Acababa siendo un grito seco que partía como un rayo el muro de silencio que se había ido levantando entre el plato y yo. Ya se habían comido todos el postre.

Lo que son las cosas.

Después de toda una infancia haciendo sufrir a mi madre porque no comía. Después de tantos años escuchando que me iba a quedar canijo, que era un milindres, un comiquis y un esquilijo. Después de todo esto, ahora tengo problemas de sobrepeso. Que estoy gordo, vaya.

Y no me pregunten cuál es la relación entre las grasas, los líquidos retenidos, el grosor de los huesos y su densidad. No tengo ni idea. Tampoco entiendo por qué el endocrino -hace ya un lustro- me dijo que no podría tener hijos si no perdía peso. Y como en casa mando yo aunque se hace lo que diga mi Eva, que es Cristina, pues tuve dos hijas. Eso sí, después de adelgazar algo más de dos arrobas castellanas que son 23 kilos.

Uno ha ido soplando velas y, como en el viejo anuncio del agua mineral, ha ido afianzando lorza eguein. Y se confirma: no pesan los años, pesan los kilos.

Otra vez mi Eva, que es Cristina, me sugiere terapia de adelgazamiento. La prevengo sobre el aumento de la familia y me explica algunos conceptos. Una vez aclarado el asunto me lleva a la consulta de una joven con bata blanca que me pesa, me mide la barriga y comienza a disertar sobre hidratos de carbono, vitaminas, proteínas, lácteos, azúcares y grasas. La cosa se llama Nutrieduca. Que sí, que vale, que es muy saludable. Que el rollo es cambiar de hábitos. Comer despacio, equilibrar la dieta, hacer algo de ejercicio y todo eso. Muy bonito. Si hasta me encuentro mejor porque me ha dicho que he perdido tres centímetros de tripa y cuatro kilos en un par de semanas. Pero es que ahora es mi mujer la que me lo suelta. Una vez. Otra. Y otra más. Ahora no es para crecer, oigo de su boca salir el viejo mantra con la paradójica idea de ayudarme a desengordar.

Que comas.

Y vuelta a empezar.

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