"¡Que no y que no! ¡Que no se entiende!", gritaba Mario en el bar de Emilio el otro día. "¡Que no! Se mire como se mire, ¡no, no y no!"
Giraba la conversación en torno a ese 2,5% que ha aumentado el Producto Interior Bruto en España, porque se ha computado la estimación de lo que se mueve en España con la prostitución, el narcotráfico, el juego ilegal, el contrabando? Y así sale que somos más ricos.
Lo que nos faltaba: para demostrar que nos va bien en la economía, no tenemos reparo en acudir a los secuestradores que retienen a mujeres a las que obligan a prostituirse, a vendedores ilegales de armas o tabaco, a los delincuentes que atiborran las discotecas de drogas de diseño. Y nos quedamos tan orondos.
¡Qué jeta tenemos! ¡Qué mala baba! ¡Cuánto mal hacer ascendido a la macroeconomía de la mano de tanto malnacido!
"¡Que no y que no! ¡Que no se entiende!"
Además, puestos a hacer así las cosas, ¿por qué no computan la estimación del dinero que mueve la corrupción política? Como aquí está untado hasta el conserje de las sedes de los grandes partidos, en lugar de un 2,5%, igual subimos a un 27% (ó más).
"¡Hay cosas que yo no llego a entender!" seguía clamando Mario.
Don Mariano, don Cristóbal y demás calaña son mucho en el arte de la manipulación.
¡Qué amargo sabe el vino en determinadas ocasiones!