OPINIóN
Actualizado 27/09/2014
Fructuoso Mangas

 

En estos días se ven en balcones y ventanas telas blancas con las que Cáritas, en una campaña tan humilde como la pobreza que quiere denunciar, invita a la ciudadanía a no rendirse. ¡No te rindas!, dice. Y eso en todas las direcciones posibles:  que la persona misma en aprietos resista sin sufrir efectos secundarios; que el que sale de Topas o va a dormir a Cruz Roja o entra en Proyecto Hombre  resista como sea y no se rinda; que el que propone un proyecto a Manos Unidas desde Senegal que aguante y resista y lo remate; que el que se informa, habla, comenta y actúa en lo que puede que no ceda y siga haciéndolo o más; que el que viva con Sed de justicia siga con ella y no se rinda; que quien al llegar el día veinte  se ve sin salida porque no hay quien llegue hasta final  de mes aguante y mantenga el tipo y no se rinda; que el que ayuda y colabora con Cáritas y ofrece tiempo o dinero o sentimiento a cualquier ONG pues que lo siga haciendo y más si cabe?

Y nos lo decimos todos a todos. Y nos lo vamos a decir de diversos modos en fechas próximas. A mediados de octubre, el 17 viernes, es  el día en que Pobreza Cero nos invita a no rendirnos en la lucha contra la pobreza y la exclusión y nos convoca para hacernos visibles y a levantar en alto la decisión de no rendirnos. A no rendirnos ante la realidad de una pobreza creciente, ante la realidad de unos recortes que afectan ante todo a los más vulnerables, ante la realidad de una zanja social cada vez más honda y más ancha entre los que sí y los que no, ante el aburrimiento ciudadano y el cansancio social que se nota al sacar a la luz o a la calle estos temas, ante la dura costra personal con la que cada uno se arma para no ver ni sentir ni palpar la pobreza o el dolor de otros? Por eso Pobreza Cero levanta también voz y voces para no rendirse.

Y ese mismo día nos lo decimos unos a otros -¡no te rindas!- con la danza, entre tierna y dramática, de niños camboyanos con sus piernas amputadas por las minas antipersonales que tienen minado (nunca mejor dicho) su país y que se van cobrando las vidas y los cuerpos de los menos hábiles para evitarlas o de los que, también niños y adolescentes, se dedican a desactivarlas para venderlas luego en el mercado negro. Ese día un grupo de niños llegará desde Camboya para actuar en Salamanca de la mano del padre jesuita Quique Figaredo, que en Camboya promueve importantes proyectos de desarrollo y promoción social,  y con la colaboración de Cáritas y de Manos Unidas. Es otra forma, muy viva y directa, de decirnos lo mismo: ¡No te rindas!  Es lo que han puesto en práctica muchos niños y jóvenes que a pesar de sus miembros amputados  -¿quién no recuerda las fotografías de Gervasio Sánchez?- han resistido y no se han rendido.

Cuando los veas danzar te convencerás de que no hay que rendirse jamás?

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