OPINIóN
Actualizado 27/09/2014
Matilde Garzón

Volvemos a nuestras ciudades amigables y recordamos que se trata de un Proyecto potenciado por la Organización Mundial de la Salud a principios de este siglo, cuyo objetivo es impulsar el envejecimiento activo de las personas mayores mediante la participación, la mejora de las condiciones de salud y el aumento de la seguridad de los entornos, a fin de incrementar su calidad de vida en particular y, en consecuencia, de toda la ciudadanía. Su propósito es ayudar a las ciudades a mirarse desde la perspectiva de las personas mayores, para identificar en qué aspectos y de qué manera pueden ser más amigables con éstas. Los objetivos eran y son atrayentes.

El proyecto "Ciudades amigables con las personas mayores" aunque se ha materializado este año, fue concebido en el XVIII Congreso Mundial sobre Gerontología celebrado en Río de Janeiro, el año 2005, y desarrollado globalmente por A. Kalache y L. Plouffe de la O.M.S. en el año 2006. Producto del mismo fue el documento que constituye la Guía del proyecto. Hubo una segunda reunión en Vancouver, Canadá, en mayo de 2006 y una tercera en Londres, Reino Unido, en marzo de 2007 y a partir de ahí, el movimiento está siendo ya imparable. En la reunión de Canadá, se perfiló el Protocolo de Vancouver que todas las ciudades adheridas están siguiendo. Este protocolo establece una metodología de investigación-acción.

El transcendental Congreso de Rio, partió de constataciones evidentes y preocupantes a nivel mundial que había que afrontar y dar solución. Algunas son ya redundantes pero  hay que tenerlas presentes, porque impresiona pensar  que los mayores somos casi la cuarta parte de la población, que por primera vez en la historia de la humanidad, habrá más personas mayores que niños (de 0?14 años. Con tristeza hemos visto vaciarse nuestros pueblos; a partir del 2007, más de la mitad de la población mundial global vive en ciudades. Las mega-ciudades, es decir, ciudades con 10 millones de habitantes o más, se multiplicaron diez veces durante el siglo XX. El número y la proporción de habitantes urbanos seguirán creciendo en el futuro, en especial en las ciudades con menos de cinco millones de habitantes, con ritmo más acelerado en las ciudades en desarrollo. Para el año 2030, tres de cada cinco personas del mundo vivirá en alguna ciudad. El número de habitantes urbanos en las regiones menos desarrolladas será casi cuatro veces mayor que en las regiones desarrolladas.

Es evidente que el envejecimiento y la urbanización de la población son el resultado de un desarrollo humano exitoso durante el siglo pasado pero también constituyen desafíos importantes para el siglo actual.

El crecimiento urbano está asociado al desarrollo tecnológico y económico de un lugar. Las "ciudades vibrantes" contribuyen al mejoramiento de las condiciones de vida de toda la población de un país, tanto urbana como rural. Las ciudades son el centro de la actividad cultural, social y política, semillero de nuevas ideas, productos y servicios que influyen sobre otras comunidades y por tanto sobre el mundo. Sin embargo, para cimentarse, las ciudades deben adquirir estructuras y servicios que sostengan el bienestar y la productividad de sus residentes. Las personas mayores, en particular, requieren entornos de vida facilitadores y de apoyo para compensar los cambios físicos y sociales asociados al envejecimiento.

Lograr que las ciudades sean más amigables con los mayores constituye pues, una respuesta necesaria y lógica para promover el bienestar y el aporte de los residentes urbanos de mayor edad y mantener ciudades prósperas. Pero como el envejecimiento activo es un proceso que dura toda la vida, una ciudad amigable con las personas mayores es una ciudad para todas las edades. En una ciudad amigable con los mayores, las políticas, los servicios, los entornos y las estructuras sostienen y facilitan el envejecimiento activo de las personas, mediante:

?  El reconocimiento de sus capacidades y riquezas. ?  La previsión y respuesta flexible a sus necesidades y preferencias. ?  El respeto por sus decisiones y elecciones de estilo de vida. ?  La protección de las personas más vulnerables. ? La necesidad de su presencia activa y aportación en todas las áreas de la vida comunitaria. 

Si una ciudad amigable con los mayores no sólo es "amigable con las personas de edad", los edificios y las calles libres de barreras mejoran la movilidad e independencia de todas las personas con más dificultades para el movimiento; un entorno de barrios seguros permitirá a niños, mujeres jóvenes y mayores salir al exterior con confianza para participar en actividades de recreación física y social; las familias soportan menos presión cuando sus integrantes de mayor edad cuentan con el apoyo comunitario y los servicios de salud específicos que necesitan; la comunidad entera se beneficia con la participación de las personas mayores en el trabajo voluntario o remunerado; se favorece la economía local por la aportación de los mayores a la productividad y el consumo. Se trata pues de facilitar la vida y convivencia en los entornos urbanos físicos y sociales, haciéndola amigable. El enfoque participativo desde abajo involucra a personas mayores en el análisis y la expresión de su situación para informar y hacer eficaces las políticas de gobierno.

Las Naciones Unidas recomiendan que las personas mayores  participen en los procesos de toma de decisiones. Las personas mayores son los más expertos  en lo relativo a su vida. La OMS y sus asociados en cada ciudad han involucrado a las personas mayores como participantes titulares en el proyecto y los líderes del proyecto buscaron la experiencia personal de las personas mayores.

¿Cuáles son las características "amigables" con los mayores de las ciudades en que viven? ¿Qué problemas enfrentan? ¿Qué le falta a la ciudad que mejoraría su salud, participación y seguridad?.

Una Guía elaborada en el protocolo de Vancouver, señala todos los pasos para realizar el proyecto de Ciudades amigables. Establece grupos "focales" con personas de 60 años y más, provenientes de áreas de ingresos bajos e intermedios, en distintos tipos de ciudades, incluidos pueblos de zonas rurales. Entre septiembre de 2006 y abril de 2007 se organizaron en total 158 de estos grupos, con 1.485 participantes. Las personas mayores fueron la principal fuente de información en las 33 ciudades que llevaron a cabo grupos focales.

Para complementar la información obtenida de las personas mayores,  la mayoría de las ciudades organizaron, adicionalmente, grupos focales con cuidadores y proveedores de servicios de los sectores público, privado y de la sociedad civil. En total, estas consultas incluyeron a 250 cuidadores y 490 proveedores de servicios que formularon observaciones sobre la base de su interacción con personas mayores. (Finalizará el próximo sábado)

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