Muchas personas cuando creen que han encontrado su media naranja, se dedican en cuerpo y alma a satisfacer y agradar a esa persona y caen en el error de olvidarse de sí misma.
Estamos tan acostumbrados a dedicarnos y agradar a los demás, que ni nos damos cuenta de que nuestra vida y nuestra imagen se va deteriorando y sucede que las parejas se rompen, se separan e incluso se divorcian.
Cuando menos te lo esperas llega ese día en el que tu media naranja te dice: me voy , ya no estoy enamorado de ti, me gusta otra persona.
Y tu piensas que hice mal, donde he fallado, si siempre estuve dedicada a el.
Ese es el mayor error. Hay que ser uno mismo, quererse, cuidarse para ofrecer lo mejor.
Si caemos en el olvido del cuidado diario y lo empleamos en el otro, al final la pareja se rompe.
Una pareja tiene que ser como la vía del tren, los dos railes van paralelos, pero están igual de conservados, si uno se rompe y no se repara, el tren descarrila.
Desde estas líneas invito a reflexionar sobre la importancia de mantener frescas y sanas las dos mitades de la naranja, la pareja, para obtener un exquisito jugo y compartirlo.
Merece la pena la vida en pareja. Dicen que las personas que comparten su vida con otra, viven más años, así lo creo.
Es hermoso dar y recibir. Mantener la llama del amor viva es tarea de todos los días y de los dos.
No lo olvides, mima tu media naranja y a tu media naranja. Merecerá la pena.