OPINIóN
Actualizado 23/09/2014
Daniel Prieto

Para llenar uno de esos espacios en los que el ser humano, sin darse cuenta de su pequeñez, piensa en cambiar el mundo, nos dio por cavilar si no existiría una solución más civilizada para reemplazar ese adefesio de vallas de hierro, alambres o, en el peor de los casos, concertinas que conforman ese muro de la vergüenza entre Europa y África.

La sabiduría popular nos dice que es imposible poner puertas al campo. Y más cuando el campo es tan agreste como el africano y tan profundamente erosionado por olas de arena cargadas de egoísmo. No sé quién de nosotros no rompería puertas y ventanas si nos televisaran el vergel que nos espera más allá de unas fronteras hechas de cambalaches.

Hasta ahora los políticos sólo han sabido colocar parches y las soluciones ni siquiera han servido de manera mediática. Estamos en el siglo XXI y los quita y pon a los que nos referimos es añadir más vergüenzas al problema. Hasta cuatro vallas en paralelo no acaban con las ansias de libertad y generan un nuevo debate: ¿dónde está España? Unos dicen que al traspasar la primera de las vallas, otros la ven a partir de la segunda, tercera, da igual, pues quien cae en desgracia es devuelto al gurugú por las buenas o por las malas.

Como dicen que cualquier iluso hace relojes y encima andan, nos toca apostar por soluciones modernas. En nuestro caso, si iluso viene de ilusión, nos haría feliz apostar por una sola valla de metacrilato. Sí, lo digo en serio. Así no esconderíamos las miserias de los que campan por el gurugú y nos darían la oportunidad de ayudarles. El analista, ¡como si no hubiera dinero para lo que se quiere!, nos advertirá de la imposibilidad de financiar esa valla.

Es verdad que allí no se van a colocar anuncios de "Beba Coca-Cola" o "Tómese un buen McDonalds de dos pisos con tomate y mostaza", pues tardarían muy poquito en bautizarla como la "valla de la desvergüenza". Pero sí podría servir de pizarra para saber lo que piensan los subsaharianos de los europeos.  Hasta ahora, a España entran piropeándola ?¡Hala Madrid!, ¡Visca el Barça!?, ¿pero dirían lo mismo si se les agotaran las posibilidades de venir a nuestro país?

Nosotros también, desde nuestra parte, podríamos pintar consignas: "si alguien ha tenido una vida muy dura, las soluciones son dos: sentarse a lamentarlo o hacer algo para cambiarla". (Perdón, este mensaje no sería apropiado, distorsiona mucho y podría ocurrir que llegaran a saltar hasta con pértiga). Hay más y mejores en el refranero que predican la conformidad.

Otra de las ventajas que tendría la valla de metacrilato sería evitar la tentación de algún energúmeno, con mando, de electrificar las vallas metálicas de hoy. Se podrían colocar mensajitos, no para producir escarnio ni recordar a Gila, con el siguiente texto: "Prohibido saltar la valla".

Avisamos que todo esto puede parecer un esperpento valleinclanesco y, sin embargo, no deja de ser tan válido o mucho más que lo de seguir colocando pinchos como si se tratara de nuestro Guantánamo del Sur. 

No obstante, nuestra peregrina idea se viene al traste, aun colocando cristales blindados, si un jugador de fútbol, que existe, juega en el Barcelona, se llama Munir y es hijo de un inmigrante. Un inmigrante que un lejano día cumplió el sueño de llegar a España a la deriva de una patera.

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