Como comprenderán, dilectos lectores míos, a mí todavía me sigue diciendo mi señora madre que no saque la lengua a paseo. Más que nada porque la buena voluntad me puede y me meto en unos líos del carajo, amén de ser particularmente proclive a comentar aquello que se me ha dicho en confianza, con lo cual, les aconsejo que no me digan ningún secreto de alcoba, ni me revelen los planes de Snowden, no siendo que los suelte en algún concurrido foro o cuelgue la información en mi muro de Facebook. Lo mío no podía ser ni la diplomacia ni el espionaje, y creo que la niña bonita va por el mismo camino, ambas somos almas deseosas de comunicarnos sea donde fuere. Vamos, que tenemos mucho en común con Pedro Sánchez, a quien mi señora madre ya le ha recomendado que se meta la lengua en la faltriquera? más que nada porque las declaraciones sobre pactos las carga el diablo y vete tú a saber si no se necesitará a alguno de Podemos para conseguir una alcaldía o presidencia de comunidad autónoma.
Esto de darle tres cuartos al pregonero es pretensión vana, pero claro, quién se va a acordar en pleno fragor electoral de semejante declaración de intenciones? uno se alía con el diablo si ha menester, sin embargo, nuestro nuevo líder de la izquierda, capaz de meterse en programas de dudoso gusto a hacer campaña, se puede permitir el lujo de decir barbaridad y media mientras se estrena en la plaza cual aguerrido espada justiciera, capaz de darle la puntilla a Gallardón ?que mira que dilata el tío esa dimisión que ya debería consumarse- o cuestionar al presidente cuando resulta que sabemos que Rajoy es inmune al desaliento y hasta al chaparrón dialéctico. Pedro Sánchez parece decidido a iniciar la campaña de otoño con todo y traca pirotécnica y su primera metedura de pata es negarse a pactar con quien tiene más en común con sus postulados de lo que parece. Una torpeza de esas que me hacen reír, porque eso de aplicar el principio proverbial me gusta y ya oigo a mi señora madre decir aquello de donde dije Digo, digo Diego y me haces el favor, hija, de no sacar la lengua a paseo y no meterme en esas columnas tuyas que no lee nadie pero donde no me gusta nada que me saques.