OPINIóN
Actualizado 22/09/2014
Jesús Garrote

Dicen que estamos saliendo de la crisis, que las grandes fortunas aumentan y que hay más trabajo. Sólo me creo lo del medio y sólo me puedo imaginar cómo lo consiguen.

En la realidad que yo vivo desde la Casa Escuela Santiago Uno vamos a dar gratis cuatro clases de Formación Profesional Básica, más un aula alternativa, además de llevar con voluntariado el centro de recuperación de animales salvajes desde nuestro centro integrado de formación profesional Lorenzo Milani.

Desde los Escolapios y la conciencia social de los educadores, regalamos nuestro tiempo y conocimientos para que chicos y chicas de la exclusión social se puedan integrar realmente aprendiendo a trabajar y sacando el título de la ESO. En la llamada pública no los pueden atender, porque tienen treinta en clase en el mejor de los casos y estos chicos con inteligencias múltiples  y múltiples diagnósticos, necesitan trato especial por profesionales especiales y atención también afectiva y sobre todo afectiva, porque lo que tienen roto es el corazón y al quererlos meter por un embudo su corazón sangra, esto significa que hay que tener en cuenta su inteligencia emocional.

Cuantos protocolos para que todo siga igual o peor, todos opinan, gobiernos, sindicatos, izquierdas  o derechas. No comulgo con ninguno de esos grupos, no creo en las instituciones, sólo creo en algunas personas que se mezclan, que se comprometen y que sienten con los más necesitados. Pueden estar en cualquier signo político.

Sólo quien abre su corazón y se arriesga sin prejuicios alcanza la posibilidad de encontrarse con la verdad de los otros.

La sociedad y los medios de comunicación se han convertido en transmisores de tópicos y generalidades enfrentadas que no responden a la singularidad del día a día.

La democracia no está en que siempre se escuche a los mismos, a los todólogos que opinan de todo y no les queda tiempo para confrontar con los que más sufren. Pero hablan por ellos y dictan leyes para ellos que normalmente no están de acuerdo y no mejoran sus vidas, pero salen en las estadísticas y lavados de imagen.

Violencia de género, fracaso escolar, delincuencia juvenil, adicciones a drogas, violencia intrafamiliar, transtornos por estrés postraumático; a todas estas etiquetas no se dan respuestas eficaces desde el marketing, no se mitiga el sufrimiento de las víctimas con cartelitos y anuncios en televisión, eso es frivolizar con el sufrimiento ajeno, las campañas descafeinadas pueden servir para un público desafectado y quizá de prevención para una mayoría normalizada, pero desde luego es nulo y a veces contraproducente para las muchas situaciones extremas de supervivencia a las que asistimos cada día. La educación comprometida es la solución.

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