OPINIóN
Actualizado 21/09/2014
Policarpo Díaz

La columna que ofrezco hoy, suena a despedida. Al menos a despedida temporal. He estado un año justo, ofreciendo cada domingo reflexiones, pensamientos, sugerencias, propuestas, anuncios, crónicas?, bajo el título genérico "Desde la Pastoral Universitaria", aunque no siempre los textos tenían que ver el mundo apasionante de la Pastoral Universitaria.

 Ha sido una experiencia magnífica, sobre todo por la tarea de compartir lo que pienso y siento en distintos momentos de la vida. Escribir me ha ayudado a estar más despierto, más vivo, más atento? Es muy posible que lo que he ofrecido haya sido un fruto de dudoso gusto y sospechosa calidad. Lo sé, Faltaría más. Uno en la vida, va tomando conciencia de aquello que me decía mi padre "el que es aprendiz de mucho, es maestro de nada", o aquello otro que aprendí en Moronta: "de todo entiendes, de nada sabes". Claro, que el que me retrata mejor es Sócrates: "Sólo sé que no sé nada". Pues eso. Sólo he pretendido compartir reflexiones. Del estilo, el arte de la redacción, la técnica de la composición? de todo eso he aprendido leyendo a otros muchos colegas de publicaciones, que sin duda alguna, rebosan de calidad no sólo en el decir, sino en el "saber decir". Acabo de comprarme el libro de Asunción Escribano, titulado "Comentario de textos periodísticos: informativos, interpretativos y de opinión" (Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2006. Espero leerlo y aprender, especialmente de las páginas que dedica a enseñar cosas sobre el género periodístico de la opinión, desde la página 157, hasta la 212, que es final del texto. Cuando lo lea y aprenda un poco más y si la vida y sus menesteres me lo permiten, volveré a llamar a la puerta para ofrecer algo de lo mío, por si a otros pudiera servir, o en todo caso, para seguir ejerciendo ese noble ejercicio de plasmar en un papel aquello que late en tu corazón y que además de compartirlo con "aquel que conmigo va", también lo quiero lanzar, como un dedo pequeño de niño levantado en la inmensidad de un estadio de fútbol o de un concierto, como para decir: "oye, que aquí estoy yo y que quiero deciros lo que pienso".

Esta desaparición temporal de este foro viene provocada por diversos temas que vienen sugeridos en el título, que quiere jugar con el paralelismo de la fantástica película de Trueba estrenada hace casi un año: "Vivir es fácil (con los ojos cerrados". Para mí escribir no es fácil. Sobre todo escribir bien. Escribir con estilo y con contenido. Hay que dedicarle tiempo, hay que leer mucho, hay que estar muy, muy despierto, para decir algo significativo y relevante, que dé materia para pensar. Esto es lo primero. Lo segundo es que hay que tener los ojos abiertos y despiertos. Creo que los tengo, pero ocupados en muchos rostros de personas nuevas que se me presentan como regalo para la vida y a los que he sido enviado. Hace dos años se me entregaron miles y miles de personas anónimas de las dos universidades. A ellos he de seguir mirando con ojos llenos de pasión y de deseos de cruzar algo más que las miradas cuando pateo los campus. Ahora, justamente este domingo 21, la Iglesia me pide que sea pastor, junto a mi hermano Antonio Matilla (también colaborador de este medio, donde todos los lunes escribe) de tres nuevas y sugerentes comunidades parroquiales: San Martín, La Purísima y San Sebastián. Debemos de tener los ojos muy abiertos para mirar a muchos sitios: sobre todo el rostro de las personas, sean niños o ancianos; padres de familias o religiosos que viven en estos territorios del centro de la ciudad y que participan con su fe de la vida de estas parroquias. Tenemos que tener los ojos muy abiertos a sus problemas, a sus vidas, a sus necesidades. Queremos mirar con unos ojos especialmente cariñosos y tiernos a los enfermos y pobres; a los adolescentes y jóvenes? Queremos mirar con ojos lúcidos a los procesos catequéticos y formativos de la fe. Queremos atender con ojos despiertos a la liturgia para que sea un culto vivo al Dios de la vida. Queremos tener ojos intensamente dedicados a la Palabra de Dios, al silencio de la oración personal y litúrgica. Queremos tener antenas abiertas a las necesidades del mundo, de estos barrios. También a los latidos de la Iglesia diocesana que este curso se embarca en "Asamblea" y vivirá de manera particular el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús? No pueden faltar los ojos para mirar junto con otros hermanos sacerdotes en el arciprestazgo. Tampoco nos deben faltar ojos para nuestras familias, el cuidado de nuestra salud, el estudio de la teología en todos sus campos, la lectura de alguna novela y periódico y alguna que otra película de cine o televisión.

Como ven, tenemos muchas cosas que hacer y quizá, -ahora hablo por mí- no me quede suficiente paz y tiempo como para escribir de una manera sistemática textos que quieran elevar un poco la mirada de las cosas que a ras de vida me pasan o se me pasan por la cabeza.

Ha sido hermoso mientras duró. Quizá algún día vuelva, cuando tenga la mirada un poco más curtida y madura. Gracias a los que habéis leído, comentado y criticado algunas de estos textos. 

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