LAS VILLAS
Actualizado 20/09/2014

La arquitectura popular de los pueblos de nuestra provincia ha sentado a lo largo del tiempo sus pilares en la tierra, la arcilla y la paja

El adobe  es una de las técnicas de construcción  más populares y antiguas que existen en el mundo. En nuestro país, dichas construcciones se extienden por varias zonas ?sobre todo por el  centro  y por la mitad  septentrional,  siendo de mayor  relevancia en Castilla y muy especialmente Tierra de Campos, donde la arquitectura artesanal  ha ido y va de la mano del hombre.

Las revoluciones tecnológicas y el exilio masivo a la ciudad suponen la postergación de los núcleos naturales o urbanos. Debido a ello, los pueblos comenzaron a perder población y sus núcleos se fueron deteriorando con el paso del tiempo.  El resultado final es el abandono de las tradiciones arquitectónicas y de muchos municipios que, en muchos casos, amenazan en ruina.

Estos hechos en sí, se agravan cuando nos cercioramos de la importancia de un espacio histórico, construido en su mayoría al modo tradicional, con tierra, arcilla y paja. Pero hay que tener  muy presente la memoria histórica de localidades que perduran en el espacio y en el tiempo de un pasado que emerge como referente social y cultural con el que nos podemos identificar y superar así el desarraigo con el medio natural que supone para el hombre  tras el paso del medio rural a núcleos más industrializados.

Es preciso, pues, sensibilizarse de una forma de construir que parece casi perdida, remover la memoria para reconocer unas señas de identidad que podemos encontrar en muchos rincones de nuestros pueblos: iglesias, asilos, conventos, ayuntamientos, estaciones, molinos, puentes, etc.

Esa misma arquitectura popular está íntimamente ligada a prácticas colectivas o relacionadas con actividades concretas, normalmente agrícolas y ganaderas y son las que han determinado la adaptación del espacio físico a sus labores. Pero esto tendría menos importancia si no menciono los rincones que guardan las cosas de adobe: rancias vigas; pequeños ventanucos; las chimeneas: lugar de tertulia en los fríos inviernos, etc.

Por tanto, la arquitectura popular basada en la construcción con adobes tiene un alto grado de simbolismo y adquiere un compromiso histórico. En las fotografías, realizadas este verano en Galindo y Perahuy, se puede ver, todavía, el trabajo de la adobera (molde), instrumento esencial para la realización de estas piezas de tierra (con un añadido de paja o hierba seca, para evitar grietas). Amasados los "ingredientes", se vierten en la adobera. Posteriormente se vuelcan sobre la tierra para un secado natural al sol.

Estos hábitos en la forma de construir y de las técnicas empleadas cumplen  con unas necesidades inalterables durante siglos. Por tanto, esto empuja al hombre a actuar con conocimiento del medio en el que vive y con consciencia de respetar las costumbres que le rodea, pues las construcciones de adobe tiene innumerables ventajas, como pueden ser: bajo coste, fácil aprendizaje, eficiencia comprobada, es rápido y sencillo, ideal para climas con grandes oscilaciones térmicas, propiedades de aislamiento acústico, no se incendia y estas construcciones son respetuosas con el medio ambiente.

Por tanto, en pleno siglo XXI, algunos (como estos hombres de un pequeño pueblo de Salamanca) se resisten a sustituir las construcciones del espacio por otras más novedosas, hombres comprometidos con las tradiciones que son la base de unas creencias o fruto de tradiciones arraigadas en una sociedad que carecería de significado si se esfuma todo esto, a pesar de tratarse unas estructuras que van más allá de las viviendas particulares.

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