Son muchas las personas que tienen miedo a la soledad, o más bien a estar solas, como también hay otras que adoran la soledad.
A veces encuentras mucha gente reunida en un evento y si observas te das cuenta que la mayoría está acompañada, van por grupos de dos, tres o más, pero también están las típicas personas que acuden en solitario y que enseguida buscan entablar contacto con otras. Por el contrario te cruzas con la persona que adora ir sola y disfruta de su soledad.
Para algunos colectivos como es el de la tercera edad, la soledad es un gran problema, quizá por ello instituciones y asociaciones se vuelcan en ofrecer actividades que cubran ese vacío de tiempo que produce la soledad.
Todos tenemos a nuestro lado personas que necesitan compañía, pero no solamente física. Hay ancianos que necesitan repetir a alguien cercano, una y otra vez las mismas historias y esto no es fácil de soportar. Es más fácil cubrir nuestro sentido de culpabilidad apadrinando a un niño del tercer mundo, que está muy bien, que hacer un voluntariado con las personas que tenemos más cerca y sobre todo si son familiares cercanos donde el concepto de voluntariado se trasladaría al de dignidad. Nuestros familiares cercanos nos necesitan como nosotros a ellos y ayudar a soportar los últimos días de sus vidas, con calidad es cuestión de principios morales.
Por otro lado hay personas, de todas las edades, que les da miedo quedarse solas por que no quieren entrar en contacto con su mundo interior, tienen miedo a reconocerse.
Invito desde estas líneas a dedicar tiempo a solas, pero evitar la soledad.