OPINIóN
Actualizado 19/09/2014
Manuel Rodríguez Fraile

Según se explica detalladamente en la página web oficial de eso que ya todos conocemos como Marca España (http://marcaespana.es/es/quienes-somos/que-es-marca-espana.phpes), se trata de una política de Estado a largo plazo, cuyo objetivo es mejorar la imagen de nuestro país, tanto en el interior como más allá de nuestras fronteras, en beneficio del bien común. Y añade: En un

mundo global, una buena imagen-país es un activo que sirve para respaldar la posición internacional de un Estado política, económica, cultural, social, científica y tecnológicamente. Siendo una política de Estado a todos nos compete contribuir a ella.

Don Emilio Botín, Presidente del Banco Santander durante las últimas tres décadas, dicen que ha cumplido con el objetivo, al transformar un banco local y familiar en uno de los grandes del mundo. También parece haberlo hecho Isidoro Álvarez, Presidente de El Corte Inglés y sobrino del fundador de la empresa familiar, Ramón Areces. Pero el caso es que ambos ilustres empresarios han fallecido de forma inesperada, con apenas unos días de diferencia, a la edad de 79 años y por causas debidas a fallos cardíacos. ¿Casualidad? Pues será. Todos los "opinadores oficiales" declaran que los dos han sido personas muy relevantes en la construcción de la Marca España. La pregunta es: ¿quién continuara su trabajo?

El trono mundial de nuestra selección de fútbol lo perdimos, que no nos lo arrebataron, hace unos meses. También la selección de baloncesto hizo aguas en el último mundial y el equipo de tenis de Copa Davis ha bajado a 2ª División, porque las grandes figuras tienen otros compromisos. ¡Son ciclos!, dicen entendidos, ciclos que se cierran. El relevo generacional es indispensable. ¡Pues claro, siempre lo es! ¿Será que las nuevas generaciones está más interesada por sus las marcas personales que les patrocinan que por la Marca España?

Recortes en educación, en sanidad, en las ayudas que se ofrecían al desarrollo de otros países, incumplimiento de promesas electorales con manidas escusas como la omnipresente crisis o el cumplimiento del deber. Corrupción masiva a distintas escalas, proyectos de ley que se lanzan al ruedo de la opinión pública y luego se archivan por intereses electores, justicia que lleva a prisión a unos mientras deje libres a los que pueden permitirse pagar las tasas judicia

les que supone un recurso o una petición de indulto, anhelos independentistas a los que no se ofrecen vías de acuerdo o de consenso. Está claro que todo ello no contribuye a mejora ni la imagen ni, por ende, la Marca España

Y es que, la imagen de una persona, empresa, institución, incluso país, sólo se puede mejorar desde dentro y con hechos contrastables. No sirven palabras y propuestas grandilocuentes pero vacías de contenido, la gente, las sociedades y el mundo, lo que percibe son los hechos. No sirven esperpénticas y costos campañas de marketing, porque la realidad siempre termina por imponerse a la ficción. No es eficaz faltar a la verdad reiteradamente, porque eso no hace que algo falso se eleve a categoría de verdad. La coherencia entre las propuestas y los hechos es lo único que vale a la hora de cambiar la imagen y eso no se está produciendo. Si la Marca España es una política de Estado, el Estado tiene mucho que ver en este declive.

Ya lo advirtieron acertadamente los clásicos españoles del Siglo de Oro. Don Miguel de Cervantes afirmaba: "La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua". O, si lo prefieren, citaré a Don y Don Francisco de Quevedo: Te reciben según te presentas. Te despiden según te comportas.

Debemos eliminar el aceite, para poder presentar al mundo unas aguas limpias y comportarnos con honestidad. ¿Quién formará parte del relevo generacional de la Marca España?

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