Dije en un artículo anterior que ampliaría las lamentables circunstancia de la muerte de José María Portell. A este periodista amigo mío, redactor jefe de La Hoja de Lunes de Bilbao y de la Gaceta del Norte, el rigor profesional le costó la vida. No recuerdo las cifras exactas del caso pero ocurrió más o menos así: Los convocantes proetarras de una manifestación contra la construcción de la central nuclear de Lemóniz nos enviaron a los medios un comunicado diciendo que en aquella marcha, celebrada un fin de semana, habían participado más de cien mil personas. Portell había contratado a una empresa de cartografía y topografía aérea para que sobrevolara la manifestación y recogiera los datos exactos. El lunes publicó las fotografías aéreas, cuadriculadas y punteadas, en las que se podían contar una por una todas las personas que estaban presentes. Pues bien, el resultado era de unas dieciséis mil. El periódico dejó en evidencia la diferencia notable entre la cifra real y la versión antisistema. Poco después, José Mari Portell fue asesinado a tiros cuando arrancaba su automóvil a la puerta de su casa. ¿Mera coincidencia?
Unos meses antes me había ofrecido sustituirle en la dirección de la revista Margen Izquierda, propuesta que rechacé porque yo no conocía suficientemente la zona industrial del Nervión. Hay una anécdota superficial en comparación con la gravedad de aquel caso. El coche en que fue tiroteado era un Seat 124 blanco matrícula BI-4.262-K. Lo compró el mismo día que yo el mío y lo sacamos del concesionario a la vez. El mío era otro Seat 124 blanco, con el número de matrícula inmediatamente anterior: BI-4261-K.
Las campañas politizadas no se basan en información sino en propaganda. Los argumentos rigurosos son sustituidos por mentiras que se cuelan en los medios de comunicación sin que casi nadie se ocupe de desmentirlas. El movimiento contra la construcción de los aparcamientos subterráneos de Salamanca ofrece modestos ejemplos a escala local. Por ejemplo, un día apareció en portada de salamancartv una noticia sobre "Vecinos y comerciantes de Comuneros" que decía textualmente: "Tras el último encuentro de los afectados en el centro cultural Miraltormes y con presencia de casi un centenar de personas...". Las fotografías que acompañaban ese supuesto dato mostraban en total a treinta y cinco personas. Más recientemente, el primer motivo alegado contra el parking de Garrido era el presunto peligro que las emisiones de gases causarán a los niños en el parque infantil. ¿En qué cabeza cabe? Pues en más de una; siempre hay gente que traga.
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