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FERIA DE SALAMANCA
Actualizado 16/09/2014
Paco Cañamero / Fotos: Adrián Martín

Lo mejor fue abrazar la magia de la tarde a la salida, ya cuando el sol se perdía por la Lusitania y las nubes, envueltas en impresionantes contrastes de grises y rojos, invitaban a disfrutar del encanto de ese otoño que llega cuando la feria dice adiós

Lo más bonito de la tarde fue la salida de la plaza, ya cuando el sol se perdía por la Lusitania y las nubes, envueltas en impresionantes contraste de grises y rojos, invitaban a disfrutar de la magia del otoño. Mientras las primeras hojas caían de los árboles y volaban alocadamente cuando, como el verano, ya doblaba también la feria de Salamanca.

Se bajaba el telón a medias, a falta del postre ecuestre de San Mateo y por medio quedó la desilusión de la empalagosa dulzura de los vellosinos, tan justos de presencia, puntas? y muy faltos de raza, a lo que sumó una gran carencia de fuerza (masacrados varios en monopuyazos), junto a la tormenta que cayó con fuerza durante más de una hora y, como contreprestación, fue tan agradecida por las gentes del campo, quienes ver que se puede avecinar una otoñada de locura que salve el año ganadero.

Pero el agua no fue obstáculo. De hecho quienes ya vamos sumando años tenemos grabadas en nuestras retinas de aficionados memorables faenas bajo el diluvio. Como aquella vez que Espartaco triunfó en Salamanca frente a 'Albahaca', del Conde de la Corte, para salir disparado a todas las ferias cuando ya su crédito se agotaba. O como Mendes un año que en Bilbao acabó su faena con el agua cubriéndole los pies y fue su definitiva reivindicación. Al día siguiente todos los medios abrían sus ediciones con la riada que asoló la capital vizcaína en una tragedia de enormes dimensiones, mientras que las páginas de toros las dedicaban al éxito de aquel Mendes que se abría camino como toreo poderoso y entregado. O el maestro Curro Vázquez que cuando anunció su primera retirada, en 1994, dibujó el toreo eterno a un excelente 'valdefresno' en la que fue una faena de época en pleno San Isidro. Aunque quedó aparcada en los premios, porque pocos días después Julito Aparicio, el que hoy es un juguete roto, puso la Fiesta en sus manos tras su genialidad frente a 'Cañego'.

En la hoja profesional de los grandes toreros hay tardes de agua solventadas con el triunfo final. Otras se quedaron en el camino, como la de este martes, donde el verdadero borrón fue la empachosa dulzura de una corridita a modo de las que eligen las figuras para que no ¡moleste!, descastada y que muchas veces no son más que un atentado a lo que debe ser un toro bravo.

Para los conformistas quedó el toreo de capa de Morante, como los siete lances a su primero (que fueron un canto a la torería), o los del segundo, aunque en éste con mucha falta de ajuste. Lo demás nada, porque la miel acabó siendo indigesta, sobre todo en el segundo, frente al que se puso tan pesado que hasta le dieron un aviso toreando e incluso estuvo a punto de írsele vivo al corral. Mientras, la desilusión era patente porque esta vez el mito de La Puebla del Río no abrió la caja de las musa. O lo que es igual ese tesoro que solo tiene el don de disfrutar para enamorar con la magia de su interpretación en las escasas ocasiones que la destapa.

A Manzanares ya se le ha ido la frescura. Aquel don juvenil que enamoraba años atrás. Ahora, ya maduro, han quedado al descubierto todos los trucos y trampas de su toreo. Y ya la gente no pasa por ahí. No pasa cuando mete el pico, o cita al hilo del pitón, o utiliza tantas trampas para tratar de cortar orejas. Es lo que tiene, que las flores de la novedad también se marchitan, la primavera profesional se apaga y más cuando ha sido tan empalagoso con su toreo en las antípodas de la pureza y la verdad. A Manzanares ya solo lo salva estar en un monopolio que le hace la temporada en febrero (independientemente de que triunfe o no, en otro gravísimo mal de la Fiesta) y una espada contundente con la que tumba rápido todos los toros. Lejos de eso es un torero vulgar y más pícaro que los cervantinos Rinconete y Cortadillo. Pero el público ya no traga con él y la soberanía del pagano se hizo presente con los pitos.

Llegó Hermoso de Mendoza escondido en esta mixta (con la que no compite con sus rivales Ventura o Diego Galán) y tampoco tuvo su mejor día. Porque lo mejor de su actuación fue no pasear una oreja barata que cortó y prefirió que siguiera la corrida para no perder más tiempo cuando la gente, estoicamente, aguantaba en el tendido durante la tormenta. Hermoso, más allá de lo que es tiene algo que especialmente me atrae. Y es que cada vez se inspira más en la escuela de magníficos rejoneadores portugueses, de cuyas fuentes también trató de aprender a través del legado y recuerdo de los Simao da Veiga, Ribeiro Telles, Branco Nuncio, Samuel Lupi? Su afecto a esa cultura del caballo ahora se refleja ya hasta en sus ropajes toreros de inspiración lusitana, tratando de imitar la 'federica' con la que se atavían los caballeros de la tierra de Viriato. Eso sí, sin el tricornio de pluma, porque en su lugar lleva un pequeño sombrero mexicano (muy parecido al original de nuestra tierra), lo demás una mezcla carnavaslesca lusomexicana de quien ha sido una especie de Juan Belmonte del toreo a caballo. Pero de su revolución hay un detalle que no puede pasar inadvertido en el fondo del olvido. Y es que hasta a sus caballos tienen percha laboral. Como es el caso de 'Chenel', que en la particular prejubilación ya apenas torea a no ser que sea en las plazas importantes, como ocurrió ayer en Salamanca.

En fín, que la dulzura del arte se empalagó y lo mejor fue abrazar la magia de la tarde a la salida, ya cuando el sol se perdía por la Lusitania y las nubes, envueltas en impresionantes contrastes de grises y rojos, invitaban a disfrutar del encanto de ese otoño que llega cuando la feria dice adiós.

           

-------------------------------FICHA DE LA CORRIDA-----------------------

Ganadería: Se martes 16 de septiembre de 2014. Toros de Carmen Lorenzo (1º y 4º), para rejones y cuatro Vellosino, de poco juego en líneas generales.

El rejoneador Hermoso de Mendoza: palmas y oreja.

Morante de la Puebla: pitos y divisón de opiniones tras dos avisos.

José María Manzanares: ovación en ambos.

 Entrada: Lleno en tarde tormentosa, con insistente lluvia durante la lidia del segundo al sexto toro.

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