Los tendidos se vuelcan con los espadas salmantinos
La gente toreaba de salón por la calle y mientras se desataban los gritos de ¡torero, torero! dirigidos a Javier Castaño y Eduardo Gallo cuando abandonaban la plaza en hombros, el bronce del toro de Calzada temblaba de emoción. El de Gabriel Sánchez Calzada, el escultor que plasmó la belleza del animal más genuino de nuestra tierra en su monumento al Toro Bravo que da la bienvenida a la ciudad en los exteriores de La Glorieta. Porque aquel charro ligrimo de Cabrillas que fue Sánchez Calzada, ayer se emocionó desde su palco celestial al disfrutar de ese homenaje al toro de la tierra que ofrecieron 'Sombrillo', 'Cara Seria', 'Preferido' y 'Comilón', marcados a fuego con los hierros de El Pilar, Puerto de San Lorenzo, Pedraza de Yeltes y Adelaida Rodríguez. En distintos matices fue memorable verlos sobre las arenas volviendo ascender al Olimpo de la gloria ganadera al Campo Charro. Todo en el escenario de una corrida para el recuerdo en la que se recordó a Rafael Farina para cantarlo e inspirar de nuevo a Gabriel Sánchez Calzada cuando bajó a su imaginario estudio y se puso a esculpir un nuevo monumento al toro bravo de su tierra para rendir perpetúo homenaje al toro.
Se recordará durante largo tiempo y en un futuro los aficionados desatarán pasiones sobre lo ocurrido en medio de una espectáculo en el que hubo un claro nombre que triunfó por encima del resto, el de Salamanca en su mejor versión torera y ganadera. Porque desde que 'Sombrillo' el bonito toro del Pilar que abrió la corrida hasta que arrastraron a 'Comilón', de Adelaida Rodríguez que defendió su histórica sangre de Atanasio, ya en medio del delirio, allí hubo toreo del grande y una relevancia del toro de la tierra en un particular desafío que ha sido el mayor éxito en mucho tiempo.
Visto lo visto sobró en el cartel el extremeño Antonio Ferrera, incómodo toda la tarde y sin capaz de mostrarse airoso más allá que en un brillante par de banderillas a su primer astado, el tercero, que lo ejecutó por los adentros con riesgo y exposición. En el resto nada frente a un toro que se arrancó con mucha clase al caballo, pero donde el de Badajoz no fue capaz de crear arte frente a aquel torrente de bravura. Ni tampoco en el cuarto, de preciosa lámina, que trajo Carlos Charro desde los campos de Peña de Cabra. Ahí además hasta se vio un Ferrera abúlico y ventajista lejos de sus formas, al que pesaba mucho el vestido de torear. Y eso es algo que no se disimula.
Javier Castaño llegaba a Salamanca necesitado de un zambombazo. No le ha sido fácil la temporada, porque sobre todo le faltó respeto a su entrega y alma de león desde algunos frentes tras la tarde de Miura en Madrid. Respeto de quien no sabe apreciar quien es capaz de lucir al toro y poner en práctica la lidia total, aunque en muchas ocasiones hipoteque su propio éxito. De darle distancias en el caballo, de unos tercios de banderillas que son un espectáculo y de desempolvar, en ocasiones, suertes añejas. Castaño era consciente de la papeleta y desde que lanceó a 'Cara Seria', precioso toro del Puerto, de mucha clase y 'bonito' como se dice en la jerga por sus hechuras y pitones apretados, ya se adivinó que venía algo grande cuando humillaba a su percal con tanta clase. La que demostró en cuanto salió el picador Fernando Sánchez a cuya cabalgadura galopó el toro con emoción en dos jaleadas varas, mucho mejor la segunda. Ya la tarde se venía arriba cuando Gallo hizo un quite por chicuelinas, del que sufrió un percance al rematar y perder la cara. Pero entonces tomaron los palos Adalid y Fernando Sánchez para desatarse la locura en cuanto ejecutaban par. Vibrantes como los de Adalid y con añeja torería, como los de Fernando Sánchez, quien en ocasiones tanto recuerda al histórico rehiletero valenciano Paco Honrubia. Se desmonteraron cuando Castaño tomó la muleta para brindar al público y sobre la plaza caían las primeras gotas en una tarde tormentosa. Brindó porque veía faena en ese toro del Puerto que recordó a otros de leyenda lidiados en esas arenas, como 'Carrerilla' o aquel sensacional 'Embajador' que dio nuevas alas a la carrera de un Miguel Abellán que llegó tan necesitado de un empuje. A Castaño, en parte también la hacía falta un golpe en la mesa y con 'Cara Seria' fue posible al torearlo con gusto, su innato temple y dándole las distancias, dejándolo tomar aire dentro de un trasteo con brillantes naturales. Y como broche de oro torerísimos doblones antes de perfilarse con la tizona para pinchar antes de una estocada trasera.
Faltaba que llegar lo grande y vino de manos de 'Resistente', de Pedraza de Yeltes que dio otro empujón a la nueva divisa charra. Si importante fue el saludo a la verónica, también fue la memorable labor de Tito Sandoval (por cierto fue el único picador que salió a la arena) en tres varas para enmarcar y por las que tuvo que saludar. Como también saludó toda la cuadrilla de a pie. Adalid y Fernando Sánchez por sus pares de banderillas y Marco Galán por la fantástica brega en el que fue presagio de faena grande. Porque había un excelente toro sobre la arena y un torero que no quería más que un éxito grande, logrado en base a interpretar el toreo con despaciosidad, con maestría y ese poso que trae la veteranía siempre lejos de las prisas, que son malas compañeras. Fue la gran tarde de Castaño en Salamanca que mató de estocada y cortó dos orejas que le supieron a gloria y paseo feliz junto a su cuadrilla y Currito Sánchez, el mayoral de Pedraza, después de que le dieran una aclamada vuelta al ruedo al toro.
Con ese panorama Eduardo Gallo, tan necesitado de triunfar como el comer necesitaba darlo todo y no dejarse nada en el almacén de su hacer. Sobre todo cuando se enfrentó en primer lugar a un toro de Carmen Lorenzo, anovillado, que desmereció el llamado desafío ganadero. Le quedaba una baza en el sexto, que era de Adelaida Rodríguez y esa ganadería suele ser una garantía de éxito, cuando con la tarde ya rota de éxito sentido, justo y cabal, 'Comilón' ya entregó las cartas de su bravura al tomar dos buenos puyazos. Pero lo mejor estaba por venir. Y lo mejor era que surgió el mejor Gallo, el del aroma y la torería, el de clase que enamora por la magia de su muleta. El rotundo que torea al natural con tanto empaque y armonía mientras los flecos de su muleta arrastran suavemente la arena y surgen los olés que trae su arte. ¡Cuánta torería! Y qué pena que este Gallo que debiera estar rico aún necesite reivindicarse con la moneda de su arte y de la exquisitez de su aroma en una faena para enmarcar a la que puso fin con un elegante circular cuando la gente ya no quería más que lo matase para darle las dos orejas y que saliera en hombros con el marchamo de ser torero para soñar. Y por eso se tiró con toda su fe para rubricar un triunfo rotundo y de verdad.
El que llegó en una tarde histórica dentro de un particular homenaje ganadero que hizo temblar de emoción al bronce de Calzada que rinde perpetúo homenaje al toro charro en los exteriores de La Glorieta.
FICHA DE LA CORRIDA
Desafío ganadero. Por orden de lidia toros de El Pilar, con clase; Puerto de San Lorenzo, importante, fuertemente ovacionado en el arrastre; Carmen Lorenzo, flojo y sin transmisión; Carlos Charro, Pedraza de Yeltes, bravo e importante, de nombre Resistente, número 9, nacido en 07/10, colorado bragado, de 610 kilos, premiado con la vuelta al ruedo; y Adelaida Rodríguez, gran toro, ovacionado con fuerza en el arrastre.
Antonio Ferrera: palmas y silencio.
Javier Castaño: oreja y dos orejas.
Eduardo Gallo, palmas tras aviso y dos orejas.
Entrada: Menos de media plaza.
Cuadrillas: Se desmonteraron David Adalid y Fernando Sánchez en el segundo y en el quinto hicieron lo propio Tito Sandoval (saludó con el castoreño), Marco Galán, David Adalid y Fernando Sánchez
Por Paco Cañamero