OPINIóN
Actualizado 14/09/2014

En el año 2000 tuve el placer de ser pregonero de las fiestas de Anaya de Alba. Allí, en el Ayuntamiento y con Remigio González "ADARES" al lado, dediqué a las gentes de su pueblo estas palabras. Las traigo hoy aquí para celebrar las fiestas y recordar al poeta.

Amigos de Anaya de Alba, autoridades. Es para mí un privilegio acompañaros en el bautizo de las fiestas de este pueblo y poner voz a este pregón. Me siento orgulloso de poder ofreceros mis palabras y de sentirme entre vosotros.

Y aunque no son muchas las veces que pisé estas calles, las recorrí en las páginas de los libros de Remigio González "ADARES" ?entre vosotros "Remiche"? quien agradece año tras año, con su presencia, el reconocimiento de todos sus paisanos. Porque él ha sabido situar este pueblo y darle identidad y color en los mapas y sobre todo en su corazón. Yo he sentido el pasado y el presente de Anaya de Alba en la voz de su poeta, acompañándole durante estos años a su cita inexcusable con todos vosotros y con el Cristo del Amparo, símbolo y abrigo de este pueblo, y al que pedimos protección y muchos años de salud y vida. Porque sé que vosotros compartís ese fervor. El mismo que contagia Remigio con su sonrisa y su voz cada vez más niña e ilusionada.

Gracias a Remigio y a otros vecinos de Anaya ?que también lo son de Salamanca? he conocido la plaza y la escuela de primeras letras que inmortalizan a su poeta, he caminado novecientos pasos hasta el cementerio y la ermita del Cristo del Amparo, he escuchado las campanas de la Iglesia Parroquial dedicada a Nuestra Señora del Carmen y he paseado por calles y caminos y hasta he probado sus viandas y sus dulces.

Quiero significar en estas líneas como este pueblo fue, a través de los años, adueñándose de todo su territorio ?en manos de la familia de los Anaya? hasta conseguir toda su autenticidad. Porque tal y como dice Remigio "atender al pregón de un pueblo es recordar y calcular el recorrido de su término y expresas los acontecimientos principales del cual forma parte este vecindario que tiene su historia y su demarcación y sus límites, y que recuerda, cómo no, a su campanario y a todos sus vecinos, vivos y muertos".

Anaya de Alba recoge ?en estas fechas? a sus hijos que están fuera y los reúne en la Santa Misa y en el baile. Son estos días de júbilo como también lo eran antes. Cuando la dulzaina y el tamboril amenizaban los pasacalles. Cuando los mayordomos acompañaban a los tamborileros y recibían "el adobe". Cuando se vendía en la plaza la "machorra" y eran muchos los que pagaban una oveja para matarla y comerla en las fiestas. Cuando las gentes de este pueblo, después de la misa mayor, compraban las almendras y tiraban a la escopeta donde "los Resti" de Galinduste.

Un pueblo hospitalario que acogía ?como ahora?c a los forasteros y los invitaba a comer en sus casas. Tiempos en los que a la mujer no se le permitía hacerse la permanente. Y se comía el gallo del corral o las alubias que muchos cómo Adares seguro no cataban hasta entonces. Fechas en las que había dos salones de baile con la música de cebo para pescar unas perras. Música como el pasodoble de Pepe Romero o la canción del "torito nevao" con el que las parejas se apretaban muy derechas hasta que había que ceder el turno.

Todos esos recuerdos, y muchos otros, aún laten en el pulso de Remigio, ya poeta desde chico y para siempre.

Él se afana en mantener viva en su recuerdo la historia de este pueblo y de sus gentes. Como Honorio Mateos, el inventor del arado romano y al que Adares dedica una foto y unas palabras en uno de sus libros. También aquí, entre sus páginas más fértiles están las huellas de este pueblo hermano de Alba, al que tanto queréis.

Aquí están sus raíces y su tierra, su cuna y su epitafio. Y en Salamanca está su estampa, su foto y su palabra, para siempre unidas a la Plaza del Corrillo.

El nombre de Adares es conocido y servirá para que el pueblo tenga un apoyo cultural importante a través de las generaciones jóvenes. Por eso este recuerdo es para él. Para un amigo con el que he compartido y espero compartir mi inquietud y mi tiempo muchos años. Con quien aún hay mucho por decir y por hacer y al que tanto están ayudando personas como Bernal o Chon o Alfredo o todos vosotros con vuestro cariño y aplauso.

Brindemos por él y por todos vosotros con el vaso bien teñido y disfrutemos del baile y las verbenas y ahorremos paladar para la chocolatada y animemos a nuestros niños y ancianos a participar en los juegos y que se oigan vuestras voces en la misa y las alboradas, y vuestras tripas en las tapas y el vino y vuestros sueños en la magia y los disfraces y vuestra alegría en los pasacalles y la espuma y en los juegos de mesa y los deportes y cabezudos. Porque éstos son días de fiesta y de disfrute y hay que vestirse de largo y alborotar la plaza.

Así lo dice otro escritor, Alonso de Ercilla: "De consejo y acuerdo una manera / tienen de tiempo antiguo acostumbrada, / que es hacer un convite y borrachera / cuando sucede cosa señalada".

Que las fiestas os deparen mucha felicidad y alegría y que el próximo año nos reunamos de nuevo aquí, con el ánimo reciente para llenar las calles de risas y algaradas.

Gracias a todos los que os habéis citado aquí. Gracias al Ayuntamiento, en la figura de su alcalde, y a todos los que no han venido y a los quintos del pueblo y a todas las personalidades.

¡Viva Remigio! ¡Viva Anaya de Alba! ¡Viva el Cristo del Amparo!

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