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FERIA DE SALAMANCA
Actualizado 13/09/2014
Marco Antonio Hierro

Adame abre la puerta grande; Ureña y Fortes se asientan en La Glorieta

El medio pecho se oyó toda la vida que es la oferta con la que comienza un torero a decir la verdad. Comienza, digo, porque sólo finaliza esa propuesta -cuando es sincera- con el medio pie. No se oye tanto entre los taurinos de tasca lo del medio pie, porque se le supone asentado al de luces como el valor a los soldados. Si lo elevamos a la metáfora, en cambio, sabremos que sólo con medio pie en el suelo y el otro medio en el precipicio llegará el brillo, que nace siempre, como en las navajas, de pasear por el filo.

Pasear por el filo -no les quepa duda- es apostar sin más garantías que la fe, es tan religión como creer en ese Dios que no suele hablar con nadie, porque caminar por la apuesta, como caminaron hoy Ureña y Fortes, es la clave que diferencia al que quiere firmar contratos del que quiere cumplirlos. Caminan por el filo con diferente estilo y dispar concepto, pero ambos convencidos que no hay otro lugar para vivir.

No lo hay para Paco Ureña, que se ve entre las campanillas después de muchos años de tragar tracas convencido de que uno debe llegar siendo quien quiere ser o no llegar nunca. El murciano apuesta la vida hasta cuando no da la apariencia de nadar entre el peligro. Paco se asienta siempre, se ofrece siempre como el cordero pascual del rito ancestral del toro, en el que no hay sentido si no hay verdad. Y la suya es exponer cuerpo y mente como le hizo al cuarto, el único de los dos que se entregó como él. Paco se enfrontila con una pureza difícil de ver y la ofrece por abajo, donde duermen los topos y los sueños, pero también donde protestan los bichos que no llevan dentro madera de ritual. El cuarto sí la llevaba. Toro de construir a pesar de su bondad, de su humillación y de su profundidad, porque para aguantar ritmo y exigencia a una muleta al ralentí hace falta ser mucho toro. Le rascó el fondo Ureña para gustarse en un derechazo bueno, ligarlo con otro profundo y morirse en el cuarto de puro entregarse a la propuesta, a la verdad, a vivir con el medio pie sin suelo debajo. El pecho ya quedó lleno cuando paseó la oreja que supo a triunfo.

No hubo ninguna para el Fortes más asentado y seguro que se vio esta temporada. Sabe el malagueño lo que es pasear por el filo porque puso allí un chalet cuando decidió ser torero y no salir de él hasta que lom hubiera pagado. Ese y tres más, porque no da Saúl el medio pecho, sino que lo regala entero, lo pone encima y le alumbra con él el camino al animal. Se enterró Fortes en La Glorieta para soplarle cuatro lapas y media al sexto antes de que diera la pineta y se partiera los riñones como si hubiera recibido tres puyazos. A partir de ahí, voluntad de toro y torero, pero el de Montalvo no pasó a más. Con su voluntad y la propia dio solidez Fortes a los cimientos de su fe. Y ofreció taleguilla y muslo cruzando la línea sin mudar la color, conquistó los terrenos del hule y a punto estuvo de visitarlo en un feo volteretón. Pero aún quedaban arrestos para comprobar si se le iba el medio pie al abismo o se quedaba hundido en las manoletinas de despedida, en la estocada de volcado pecho y en su segunda ovación.

El mismo medio pecho -y algo más- y el mismo medio pie se vieron en Adame en muchos momentos de la temporada, desde que se hizo arte y cultura junio con el toro de Madrid. Ahora tiene el mexicano más capacidad y más oficio, más seguridad y más toros muertos en las muescas del esportón, pero también más contratos de los que quiso firmar entonces y ahora quiere cumplir. No fue la tarde charra la mejor del mejor Adame, que tiene valor y coraje para subir a los altares, pero no vinieron hoy en el coche de cuadrillas. Hoy se guardó tras el trapo cuando debió exponerle al quinto, tal vez el mejor del encierro de Montalvo, con sus cabos finos, su noble expresión, su excelente tranco y su profunda llegada a percales y franelas. Hoy fue liviano el azteca valeroso con el que más se podía notar, y Salamanca volvió a ser docta para recriminar desde la grada. Le aplaudió el torero saludo de rodilla genuflexa y la variedad ofrecida para pasar a los dos toros, pero no le llegaron los pies ni a tres palmos del abismo, aunque no tocaran tierra para llegar al furgón.

El pecho, el que contiene contiene el toreo cuando dice la verdad, se lo llevaron dos tipos que se marcharon andando. Quizá porque perseveran en apostar a objetivo con el medio pie fuera del suelo. Aunque pueda ser más fácil coleccionar casquería para que se acuerden de ti. Pero esto, el toreo, nadie dijo que fuera fácil...

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de La Glorieta, Salamanca. Feria de la Virgen de la Vega, segunda de abono. Un tercio largo de entrada. Toros de Montalvo, desiguales de presencia: de gran calidad sin poder el primero; de calidad y humillacióbice el buen segundo; de más humillación que ritmo y fuelle el tercero; enclasado y con calidad el buen cuarto; profundo, boyante y enclasado el buen quinto. Ovacionado; noblón sin chispa ni poder.

Paco Ureña (marino y oro): ovación tras aviso y oreja.

Joselito Adame (sangre de toro y plata): oreja y  oreja.

Jiménez Fortes (grana y oro): ovación tras aviso y ovación tras aviso.

Saludaron Víctor Hugo Saugar Pirri tras banderillear al cuarto y Jarocho tras hacer lo porpio en el quinto.

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