El agricultor y ganadero salmantinos se distinguieron, muy antaño, por su rudeza, por su indumentaria habitual y por su habla; y esta idiosincrasia peculiar llamaba a atención de visitantes, era, además, motivo de vejaciones y de chanzas por parte del mundo estudiantil y urbano. En su vocabulario de refrenes, Gonzalo de Correas recoge este dicho: "Dios nos dé con quien riamos, y no sean hijos bobos y sandios charros."
El término charro procede de una de las lenguas prerromanas, que se hablaron en España, y que dejaron su huella indeleble, primero en el latín vulgar y, como consecuencia, en el romance español. El vocablo charro significa basto, tosco, y lo vieron propio para motejar al típico campesino y ganadero salmantinos. El gentilicio debió nacer en el campo de Yeltes y en el Abadengo, es decir, en la antigua tierra de Ciudad Rodrigo; y de allí esparramó por toda la provincia, adentrándose por las tierras de Salamanca, Ledesma y Alba de Tormes. Los autores Gala y Galache definen al charro en estos términos: "Llamamos charro al salmantino, cuyo traje consiste en gorrilla, sustituida hoy por sombrero de ala ancha y flexible, camisón labrado que se abotona en el cuello con un botón afiligranado de oro o plata, chaleco cuadrado con dos hileras de botones cuadrados de plata, chaqueta corta aterciopelada, calzón y media de peal, zapato de correa, botín de paño (en desuso) o bota de montar y cinto o media vaca, sustituida por la faja en la zona agrícola".
El traje era la manifestación externa más importante del charro: era su característica distintiva principal. El charro de la zona ganadera llevaba el cinco de media vaca, ancha faja de cuero rígida y charolada, pieza protectora, especie de coraza, para protegerse de posibles cornadas en los tentaderos, herraderos o de las hembras de cría; en cambio, el charro agricultor solía llevar faja.
Charros llamaban a los habitantes de la Charrería. La Charrería la configuran todas las comarcas salmantinas, menos la Sierra, el Campo de Peñaranda, La Guareña y la Ribera. Macotera no entra en la Charrería de la mano de Peñaranda, sino de la tierra de Alba, comarca a la que perteneció hasta 1833.
Desde hace mucho tiempo, charro ha ido perdiendo su acepción inicial, debido a que el hombre del campo ha cambiado, plenamente, sus formas y costumbres a bien.
Charros de Bollullo,
charros de mancera,
estos cuatro charros
son de Macotera.
Si echas el surco derecho a mi ventana,
Labrador de mis padres serás mañana.