OPINIóN
Actualizado 11/09/2014
Víctor Hernández

A pesar de no gustarme los toros ni tampoco demasiado la música que se interpreta durante las faenas taurinas, como musicólogo, de vez en cuando, me surgen algunas preguntas en lo referente a la música y a sus usos. Aprovechando que en Salamanca estamos en fiestas creo que es un buen momento para abordar el tema.

Los orígenes de la tauromaquia datan de tiempos de Tesalia y Roma donde, en los espectáculos del circo, se enfrentaban en combate un hombre y un toro. En la actualidad y desde el siglo XIX, la intervención de una agrupación musical se hizo obligatoria con la función de amenizar musicalmente el espectáculo a pesar de que en el reglamento taurino no hay constancia de la obligatoriedad de la actuación de la misma ni de cuándo debe participar.

La intervención de la banda se hace necesaria en el paseíllo de las cuadrillas toreras, en los intermedios de las corridas, en el arrastre de cada toro, en la ovación de vuelta al ruedo del espada y en la devolución a los corrales de algunos toros. En otras ocasiones pueden tocar a petición del presidente, a petición del público o porque así lo considera el director de la banda.

Algunos conocidos compositores, entre ellos el salmantino Tomás Bretón, cultivaron el pasodoble, que se convirtió en el género por excelencia en las corridas de toros y a día de hoy esa tradición ha cambiado muy poco.

Por suerte las plazas de toros no acogen música solo durante las corridas, sino que cada vez más se utilizan como recinto para conciertos de música, aunque en algunos lugares prefieren utilizar otros espacios para poder dejar la plaza de toros como una zona exclusiva -casi santa-, cuando, en mi opinión, creo que debería ser al revés, utilizar el aforo de las plazas de toros para un uso casi exclusivo de festejos no taurinos, a pesar de que aún quede mucha gente que prefiera ver morir a los animales.

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