CANTALAPIEDRA | Las grandes fincas de secano en pajas y en barbecho, hacen posible la realización de uno de los encierros camperos más conocidos de la región
El encierro campero atrajo a la villa de Cantalapiedra a cientos de vehículos y decenas de caballos. Contemplar la estampa de las reses corriendo y los caballos dirigiéndolas hacia la boca del encierro urbano es la excusa que llevó al campo a los visitantes y moradores de la villa.
Las grandes fincas de secano en pajas y en barbecho hacen posible la realización en Cantalapiedra de uno de los encierros camperos más conocidos de la región. Muestra de ello es la diversidad de procedencias de las que llegan los caballistas participantes.
A una distancia aproximada de tres kilómetros del casco urbano de Cantalapiedra, en un altonazo que dejaba ver el espectáculo desde el mismo pueblo se situó el camión con las reses y en torno a él estaban los caballos y numerosos vehículos. Todos ellos echarían a correr en el momento en que los cabestros y dos grandes y bonitos novillos fueron soltados mientras un cohete avisaba de ello. El momento más bonito es el arranque de unos toros acostumbrados al campo y que fuera del camión están cerca de la libertad que buscaban corriendo en cualquier dirección.
Los caballos dirigieron a las reses correctamente hasta la boca del encierro, a todas salvo a un toro que se desvió en dirección al colegio, donde el astado permaneció detenido un buen rato, hasta que los organizadores decidieron dormirle y llevarle transportado en un todo terreno. Tras el encierro campero se realizó el urbano. Posteriormente una suelta de vaquillas en la plaza de toros sirvió para despedir los festejos taurinos de este año 2014 en Cantalapiedra.
Jorge Holguera
LAS VILLAS AL DÍA