Ha finalizado el mes de agosto, y con él, el periodo vacacional de la mayoría de los ciudadanos. También los políticos han vuelto a la arena de la discordia, de los insultos y enfrentamientos entre ellos, de las promesas para el nuevo curso (más frenético, puesto que culminará con las elecciones Municipales en mayo y la preparación de las Generales para el otoño de 2015), que incumplirán una vez más (lo llevan en los genes).
Comienza el esperpento de la nueva temporada, protagonizado por Rajoy y la Canciller alemana Ángela Merkel, en su visita a Santiago de Compostela. Primero culminan la parafernalia de realizar los últimos kilómetros del Camino de Santiago y después vuelcan todos sus esfuerzos en buscar puestos de responsabilidad en Europa para De Guindos y Cañete, aunque según el curso de los acontecimientos parece que todo lo prometido por Merkel se queda en 'agua de borrajas'. En lugar de diseñar políticas comunitarias que acaben con la asfixia económica de la eurozona, se dedican a satisfacer intereses partidistas con el dinero de todos los europeos y escenificándolo con una comunión Iglesia-Estado al mejor estilo de otros tiempos del nacional catolicismo.
El segundo esperpento también fue protagonizado por Rajoy en un acto electoralista e igualmente en Galicia, cuando, ante varios centenares de acérrimos seguidores, afirmó que nuestra economía no tiene brotes verdes, sino "raíces vigorosas". Por desgracia, sólo días más tarde la realidad nos ha devuelto a este patio hispano cada vez más triste, cada vez menos ilusionado y cada vez más empobrecido, no sólo económicamente, sino también en los valores que nuestros políticos quieren inculcarnos. Y lo ilustro con ejemplos: el paro en agosto creció más que en el mismo mes del pasado año, la OCDE denuncia que los salarios de los españoles han descendido en el 2,1 % (mucho más que en el resto) y advierte que no pueden seguir descendiendo porque nos conduciría a un callejón sin salida.
El tercer esperpento es el protagonizado por el Alcalde de Valladolid al efectuar unas declaraciones claramente machistas en las que alegaba que era muy peligroso coger un ascensor donde vaya una mujer sola, dado que puede presentar una denuncia por violación. Lo más grave es que este señor no es la primera vez que hace declaraciones de este tipo y sigue campeando a sus anchas. Tanto, que en el último pleno del ayuntamiento de Valladolid los cargos públicos y militantes del PP llenaron el Salón de Plenos para aplaudir a su Alcalde y afirmar, como lo hizo la primer Teniente de Alcalde (mujer, por cierto), que se habían malinterpretado sus palabras y que el señor León de la Riva no es machista. Me resisto a pensar que la segunda mandataria de un ayuntamiento tan relevante como el de Valladolid peque de ingenuidad; creo más bien que en el PP hay órdenes estrictas de no hacer reflexiones críticas sobre las actuaciones de sus máximos dirigentes. ¡Qué pena!
Para finalizar este rosario de 'esperpentos' al mejor estilo Valle Inclán, la actuación de la oposición tampoco dice mucho de ser una clara alternativa al Gobierno. Pedro Sánchez tampoco parece comenzar con buen pie, sobre todo en lo relacionado con el escándalo de los ERE de Andalucía. Sus declaraciones, al hilo de este y otros casos de corrupción, no pueden quedarse en el clásico "actuaremos en consecuencia cuando se proceda a la apertura de juicio oral a los imputados". Estas declaraciones son mera copia de las que realizan los miembros del PP ante sus corruptelas. Ya hemos tenido la oportunidad de manifestar que una cosa es la responsabilidad penal (por supuesto que en estas actuaciones la presunción de inocencia es un principio básico y elemental), y otra bien diferente es la responsabilidad política, que, a mi juicio, debe ser la conocida como la de 'la mujer del César', un político no sólo debe ser honrado, sino también parecerlo, y siempre. En política, cualquier atisbo de corrupción debe ser sancionado con el relevo inmediato de las funciones que el presunto corrupto asuma.