Septiembre huele a corticoles. Ya es otoño en los grandes templos comerciales, con permiso del veranillo de San Miguel, que ha de venir, fiel a su promesa.
Este viaje, viejo conocido, es sin embargo siempre nuevo: nunca nos bañamos dos veces en el mismo río. La vida es así, con sus corrientes de agua, sus residuos y sus salmones.
Bienvenidos, seguidores de huellas. Que la fuerza (del Señor) les acompañe y que septiembre, tiempo de recolección, les haya cogido confesados. No se me ocurre mejor forma de retomar el Camino.