OPINIóN
Actualizado 04/09/2014
José María Moreno

En la España actual hay un sentir general coincidente con la necesidad de regeneración en casi todas las administraciones públicas.

   El gran problema para que dicha regeneración se haga realidad son los partidos políticos. La organización actual de la mayoría queda perfectamente definida con aquella celebre frase:" El que se mueva no sale en la foto": Con frecuencia determinadas acciones que, como beneficio personal, hubiesen sido rechazadas de pleno, cuando se pone la excusa de beneficiar al partido parece que todo es lícito y así, paso a paso, hemos llegado a esta situación que prácticamente ya resulta insostenible.

   Los partidos políticos no son entes abstractos sino concretos y muy concretos, formados por personas de toda índole en donde, con frecuencia,  personas honradas,  con valía, y ganas de mejorar la sociedad, han sido marginadas, y, en algunos lugares, se han hecho con el poder  profesionales de la política, cuya ideología consiste en prosperar personalmente a costa de lo que sea. Así, hoy, algunos de estos profesionales se han colocado en la cabeza de determinadas instituciones y, por mucho que se nos diga, va ha resultar muy difícil descabalgarlos pues viven demasiado bien y fuera de la política no tendrían ni  un regular puesto de trabajo.

   Y ya no son sólo esta clase de representantes de los partidos políticos sino los miles y miles que, definidos como personal de confianza, están por todas las administraciones públicas: Ayuntamientos, Diputaciones, Gobiernos Autónomos, Gobierno Central, etc? Todas estas personas, normalmente pertenecientes al partido político gobernante, han sido enchufados sin prueba alguna, como personal de confianza de los dirigentes y están cobrando sus nóminas de la administración pública correspondiente, quitándoles el puesto a funcionarios o laborales que demuestran su valía y capacidad en las pruebas u oposiciones correspondientes.

   Como puede deducirse, a lo largo de tantos años, los intereses creados tienen hondas raíces y desmontar todo este tipo de corrupción requiere un profundo cambio que, con los partidos que se han ido alternando en el poder, resulta francamente difícil. No quiero decir que no pueda ser posible y que dentro de esos mismos partidos haya personas que también estén deseando ese cambio.

   Quizá lo que verdaderamente sea necesario es cambiar el criterio sobre lo que debe ser el partido político y pensar que antes que el compromiso con un partido determinado, se tiene con la toda la sociedad, en una palabra, pensar más en lo que beneficia  a la totalidad de España y  los españoles que  lo que beneficia de un grupo o partido determinado.

   En estos momentos asistimos y estamos viendo como la ambición de determinada persona, dentro de un partido político, se enfrenta al sentido común, el interés y sentir nacional, pretendiendo evitar la posible fusión de dos partidos similares y que unidos tendrían grandes  posibilidades de iniciar la regeneración necesaria.

   Ese criterio de poder absoluto dentro del partido, aunque a veces pretendan disfrazarlo con operaciones de despiste, son los que a lo largo del tiempo nos han llevado donde estamos y con el grado de corrupción que tenemos.

 

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