Se acabó el verano.
Ayer lunes llegaba septiembre, con alevosía y mala leche. En lunes, que se fastidien por partida triple. Final de verano, fin de vacaciones y lunes. Con lo que nos gustan a nosotros los lunes, que estamos deseandito que pase el domingo para que el lunes nos traiga volver a la rutina, prontito, con la legaña aún puesta, no vayan a pasar las vacas y nosotros aún en la cama roncando. Y soñando que el verano dura un poquito más. Pues no. ESTO ES SEPTIEMBRE y con él llega la vuelta al cole, la vuelta al trabajo, a la dura monotonía, al "corre que vas a llegar tarde", "se ha comido los deberes el perro" o, sin ir más lejos, las subidas de tasas, precios públicos y la madre que trajo a toda la ralea administrativa que nos atiende con desgana y malos modos. Estoy presa del síndrome postvacacional, no sé si se nota. Solo pensar en el modelo 046 me hierven las entrañas.
Aunque bueno... si quieren ver un rayito de luz entre las nubes tormentosas, ahí tienen las Ferias y Fiestas asomando a través del cartel de busto charro a lo dama de Elche que ha inspirado Pilar Fernández Labrador. Hay que tener mala leche para hacer volver a los niños al colegio coincidiendo con las ferias de la villa. No digo más. Y no se olviden de las casetas, por dios. Esa costumbre antihigiénica y de cuestionable valor sociocultural que tanto nos gusta a los charros. ¡Qué regustín da comer un pincho apretujado sobre un suelo pegajoso! Ojos que no ven, paladar que no siente. Evite usted echar un vistazo a la grasa acumulada en las planchas y será feliz en la ignorancia. Esto es así. Desconecte el warning, disfrute y punto.
Y como buenos charritos deberíais saber lo que toca ahora. ¿No? Lo que viene con cada Feria, año tras año. Días tórridos, tormentosos y noches frescas de chaquetica charra a modo rebequilla. De esa que las señoras se echan "por 'cima los hombros", sin meter los brazos por parte alguna, porque todo el mundo sabe que es mil veces más efectivo termodinámicamente hablando llevar los brazos cruzados y las mangas de la chaqueta colganderas. Sabiduría popular. No se cuestiona. Se imita y punto.
Así que ya sabéis, familia, tenemos por delante un delicioso invierno castellano de 9 meses, con pequeños brotes de primavera madrugadora a mediados de marzo. No os dejéis engañar, el clima castellano es así de divertido. Ya se encargará de llenaros de optimismo, invitaros a salir a la calle en manga corta creyendo que vais a coger algo de moreno del que presumir en las comuniones de mayo. Pues no. Lo que os vais a coger es un catarrazo como un piano de grande y lo sabéis. Pero tranquilos, es tradición. Se cumple y punto.