Para muchas personas las vacaciones estivales están llegando a su fin, quedaron atrás los días de descanso, siesta, comidas y cenas en exceso, sin olvidar la hora del aperitivo y las cañitas de la tarde, pero llega la realidad y con ella de nuevo los buenos propósitos.
Te miras en el espejo y de repente notas unos cuantos kilos de más en tu bonita barriga.
Tienes que hacer algo, la ropa te queda ajustada o en el peor de los casos ni entra en tu cintura.
Son muchas las personas que conozco que acuden a una consulta de los innumerables centros de dietas para que por favor le pongan remedio a esos kilos que les sobran.
Por el contrario otras se dejan aconsejar por las amistades o compañeros del trabajo sobre la dieta ideal.
Yo creo que hay varios caminos para mantenerse en forma, pero la clave está en comer poco, caminar mucho y reír más.
La mayoría de las personas que tienen facilidad para engordar, tienen que aceptar que tal vez su dieta diaria está repleta de calorías que no gasta y que su cuerpo necesita moverse más.
Una buena opción es dejar el coche y caminar una hora diaria, muchos de los puestos de trabajo, yo diría la inmensa mayoría, están a menos de ese tiempo caminando, si se sabe programar y te levantas con tiempo suficiente, cuando llegas al trabajo ya tienes el ejercicio que necesitas realizar en tu cuerpo y en poco tiempo empezarás a notar los beneficios: más energía, mejor humor, menos grasa en tu abdomen y en definitiva mejor salud.
Esta disciplina cuesta mucho realizarla tal vez vivimos en una sociedad con muchas comodidades y lo fácil es lo que se impone, lo que menos esfuerzo cuesta, pero no es lo mejor.
Si mantenemos el equilibrio entre lo que comemos y lo que gastamos, evitaremos muchas consultas médicas
Te invito a que sigas mi dieta: POCO PLATO Y MUCHO ZAPATO.