OPINIóN
Actualizado 29/08/2014
Eugenio Sánchez

Se palpa en el ambiente cierto aire de nostalgia por los triunfos cosechados por nuestra selección de fútbol desde la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008, el mundial de Sudáfrica en 2010 y la Eurocopa de 2012 disputada en Polonia y Ucrania.

   Nunca vi tanta bandera enarbolada al unísono en balcones en un país que no considero patriota. He de confesar que esos colores y el sentimiento inherente de felicidad porque la dichosa pelotita traspasara la línea de gol, me colmaba de satisfacción.

   Hemos sido dichosos, los aficionados al fútbol y también los escépticos deportivos, la marabunta, el torrente desbordante de ilusión era contagioso, cercano y sano.

   Esta generación de jugadores es y será eterna en nuestra memoria, un aplauso para la roja, un minuto de silencio, no para el olvido, sí para el recuerdo.

   Luis Aragonés y Vicente del Bosque han sido los mejores embajadores, políticos, maestros y magos contemporáneos.

   Ahora, entre la tristeza y el agradecimiento, entre el adiós y la despedida debemos dejar reposar el barbecho, abonar con esperanza y siempre, trabajar, con humildad como hasta ahora. Nadie es eterno en el triunfo.

   El futbolista es sólo un disfraz del ser humano, las botas se cuelgan y la persona sigue su curso, el ídolo se hace terrenal en el cara a cara y nosotros buscaremos otro "Dios"

   Según pase el tiempo convertido en años, se os recordará con mayor orgullo cada día.

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