Hay artículos que huelen a café de máquina y a sábanas pegadas y a horas muertas. Artículos que cuentan cosas de la vida y van de boca en boca como besos furtivos. Que claman al infierno que nos tienen prometido los políticos o hacen sus nidos en los árboles de Úbeda y sus cerros.
Artículos directos al mentón como un buen gancho de derechas o al estómago o al hígado como un croché de izquierdas, según la afiliación del púgil. Artículos que dejan en los cielos de los paladares un regusto a bilis y a sustancias gástricas. Que abonan nuestras carnes de gallina con caricias falsas o perfumes verdes con sabor a mar. Que se obstinan en cambiar el curso de la vida y de la muerte. Y cada artículo es un atlas diferente de la realidad. Una manera de vencer la fecha señalada al dorso de las cosas. De horadar los sueños y las fantasías, de enroscar al cascote de la vida otra feliz o triste idea con más luz, de escudriñar el mundo a nuestro alcance.
Hay artículos que se resisten al olvido y a los ácaros de los archivos y carpetas si van envueltos en la palabra "siempre". Que saben a castañas con gusano, a churros de domingo y bocadillos grasos. Nada como un articulos cualquiera para evitar que el barro de la calle o la pintura acrílica dejen su firma en la cerámica del baño o el salón untada con Don Limpio. Para limpiar las gafas con vinagre o embalar los sueños, para encender la lumbre de las chimeneas o inventar guirnaldas en los cumpleaños. Basta con referirse a alguna marca comercial o pronunciar el nombre de algún tipo con un cargo público o privado para pasar a los despachos y dosieres sin llamar, sin cita previa. Hay articulos que incuban esperanzas, odios, sentimientos duros como piedras pómez. Que duermen al lector en le vagón del metro y entretienen a los muertos de los velatorios. Declaraciones ebrias de intenciones, manifiestos, gritos en voz baja, mítines, proclamas, ruegos y preguntas que tejen día a día la intrahistoria de los hombres. Que niegan su existencia. Que la inventan. Artículos que aspiran a algún premio o a un elogio, que firman un te quiero en la posdata, que van a dar a la mar, que es el morir.