OPINIóN
Actualizado 22/08/2014
Marta Ferreira

Hay algunos que dicen que al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver y yo, sin embargo,  considero que es a aquel en que no lo fuiste al que no deseas regresar. Y  esto, que así dicho no se sabe ni a qué obedece, tiene su sentido y es que, cada año, desde hace ya algunos, yo cuento con ilusión lo que me resta para volver a la zona de Cascais, Portugal, en donde siento que se detiene el tiempo y donde renuevo energía cada verano, sintiendo cada vez que me voy más tristeza que en la anterior despedida.

Hay algo mágico para mí en esos viajes al país hermano, en el que te sientes tan en casa que no percibes ser extranjero. Al llegar, ese olor a océano que huele distinto al mar, esa caricia del aire que de repente convierte cualquier  preocupación en olvido y se las lleva, mientras  las olas,  que en instantes borran la playa,  se funden con el cielo al atardecer y me enamoran cada año un poco más.

No hay nada que no me resulte atractivo de Portugal, tanto es así que, de no poder vivir donde vivo o hubiese de elegir un destino distinto, sería siempre ese, Portugal. Creo que es un gran desconocido de España y que en muchas, pero muchas cosas, debiéramos fijarnos en ellos porque son mejores que nosotros. Su exquisita educación en cualquier situación, ese suave murmullo de la gente en restaurantes abarrotados que apenas si percibes, su cortesía al saludar, su magnífica gastronomía, su riqueza artística?invita a volver, a querer regresar siempre porque allí parece que se detiene el mundo.

Están sufriendo una crisis aún más grave que la española y su actitud es bien distinta a la nuestra. Aquí, propio del carácter patrio, el mundo está encabronado con el de al lado y con el de más allá sin que eso nos solucione nada, pues probablemente no, seguro,  que con quien hay que estar encabronados o lo siguiente, es con los de arriba. Allí, entristecidos sin duda por la miseria a que les ha arrastrado esta interminable crisis, lo afrontan con una digna tristeza, podría decirse, pero no con enfado porque no es propio de los portugueses el conflicto.

Su música, su lengua, su costa, su gente?mil cosas que aún me quedan por descubrir en ese misterioso y aparentemente pequeño país vecino al que deseo escapar cada vez con más frecuencia. Ya me quedan tres semanas menos para reencontrarme con ese Atlántico que renueva mis energías para un año entero, que me invita a soñar con el futuro. Quién sabe, quizá algún día, cuando sea mayor y si puedo permitírmelo y me apetece, pueda pasar temporadas en ese paraíso escondido, en aquel pueblecito de mar en el que seguro que siempre seré feliz porque allí todo lo que atesoro en mis recuerdos es imborrable.

Quizá sea la sangre portuguesa que corre por mis venas, quizá la tranquilidad que me transmiten, quizá esa innata melancolía de sus gentes, quizá todos los quizás que me queden por descubrir me hagan regresar siempre.

                                                                                                                                         Marta FERREIRA

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Portugal, siempre