OPINIóN
Actualizado 19/08/2014
Charo Alonso

Esto de la canícula estival es como la canción del verano, se pasó de moda como la falta de noticias agostiza? ojalá estuviéramos todos de hamaca y sangría, pero me temo que entre el ébola, los cruceros en patera, los disturbios raciales y las razzias que no gracias yihaidistas, se nos estomaga la paella en el chinringuito. Se lo dice alguien que pasa el verano atendiendo sobrinos en plan colonias infantiles franquistas, a puro toque de pito. Lo mío es la lavadora llena y la escapada al super porque estos angelitos comen como langostas famélicas. Ya ven, ni tiempo me dejan para ver alguna escena de esas del telediario tan trágica que te dan ganas de morirte de pena a lo Robin Williams. Este es un verano de recuperación económica, trabajos forzados y pérdidas, así de triste y así de sórdido. Lo único que nos ha hecho reír, y mucho por lo absurdo, es lo de los dineros de Pujol? y es que al final todo se queda en el reparto de gananciales, total, no se trata de la independencia, sino de tener hacienda propia como los vascos, y contar con los dineuros a su modo y manera. La honorabilidad de algunos me la paso yo por el arco de triunfo, pero claro, como no hay que mezclar el fuet con la morcilla, es decir, las churras con las merinas, que uno es castellana del todo, la cosa se reduce a unos milloncejos de nada dejados por el abuelete en Andorra que, después de todo, también es territorio catalano parlante.


    A mí me disculpan Montoro y De Guindos, pero me troncho pensando en eso de que Hacienda somos todos. Ya veo a Urdangarín poniendo un gimnasio en algún penal de esos de cinco estrellas mientras en Zarzuela se miran la punta del letizio para no morirse de la vergüenza ajena. En mi casa se cotiza hasta por lo que no tenemos, por eso nos da tanta rabia que la honorabilidad se mida en comisiones y medre hasta el último inútil que tuvo la suerte de apellidarse de alguna manera. Y es que al grueso de los mortales, como usted, querido lector, nadie nos regaló nada, si acaso las tazas de la abuela, un par de huebras de tierra o un cachito de piso como regalo de bodorrio. Y pare usted de contar, el resto de la tropa trabajamos y nos buscamos la vida hasta en la canícula estival esa que no hemos tenido, como ya no tenemos canción horrenda del verano, ni vacío informativo. Por tener, contrato fijo discontinuo, un montón de horas mal pagadas, un par de cañas en  la terraza del bar de barrio, una piscina prestada en la urba, con un poco de suerte cuatro días de playita y a volver a la rutina. Total, ya están al caer las navidades, afirmo.

 

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