Dice la Junta de Castilla y León que la evolución del turismo en la comunidad autónoma es positiva a raíz de los datos que acaban de hacerse públicos referidos al primer semestre del año en curso.
Al Gobierno regional no le falta razón si es que, realmente, se ha producido un incremento en el número de viajeros del 4,51 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior tal y como reflejan los indicadores, y también un aumento de las pernoctaciones del 4,65 por ciento.
Menos mal que en el ecuador del año ha tenido lugar ese crecimiento porque metidos en julio y en lo que va de agosto la situación se torna bien distinta, al menos en Salamanca capital. Poco, por ser generosos, ambiente turístico se percibe en las calles de la ciudad, aunque también es probable que el personal haya optado por los pueblos y de forma especial por aquellos que celebran sus fiestas patronales o similares.
Siempre ha sido así, pero quizá en los últimos años en los que la crisis ha hecho y sigue haciendo mella el personal ha tenido que conformarse, aunque no todos han tenido esa suerte, con disfrutar de sus vacaciones de estío en sus municipios de origen o de adopción.
Cada vez más está de moda aquello de tener, sobre todo en verano, una localidad de la que presumir por pequeña que sea, entre otras razones, porque éstas se llenan de vitalidad y de juventud contrario a lo que sucede el resto del año.
Bienvenida sea, pues, esa costumbre de volver a los orígenes aunque sólo sea por unos cuantos días, entre otras razones, porque las economías de los pueblos poco o mucho lo notan a costa de trabajar mientras otros disfrutan, pero así es la vida.