OPINIóN
Actualizado 15/08/2014
Eugenio Sánchez

  En torno a una mesa camilla redonda con faldilla verde más bien oscura, el abuelo Martín reunía en la calle los Tilos del barrio Garrido, a todos los nietos que por allí anduvieran el día de turno.

  Pelo cano, porque cuando uno le conoció, ya era nieto, gafas de pasta negra y grandes monóculos, con su boina y andar peculiar, el abuelo Martín.

  Martín y Leonarda, con diez hijos que heredaron la tarea de mantener unida a la familia, hoy no me atrevo a contar cuántos somos, pero somos unos cuantos; Salamanca, Valladolid, Alicante, Bilbao, Zaragoza, Asturias, los "Redondos".

  Ferroviario, numismático, filatélico, pescador y maestro: !Vamos a hacer cuentas!, ahora los números romanos, el elefante; barrita, la cigüeña; crotora, el canario ...

  Queridos abuelos, la tradición sigue viva, en vuestros hijos, nietos y biznietos, el gen familiar nos impregnó a quienes os conocimos y se trasmite a quienes os conocen a través de nuestras siempre amables palabras.

  Los pequeños cuentos del libro Corazón de Edmundo de Amicis, los poemas de Campoamor que aún recitan de memoria nuestros padres, eran algunos de los momentos que con solemne atención captaban todos nuestros sentidos. En esa misma mesa, donde aprendimos y comimos por turnos, y la calle era nuestra fémina maestra.     Aún hoy recordamos juegos de los tiempos de Maricastaña; el clavo, la peonza, el marro, las olimpiadas y las canicas entre otros.

  En la casa de los abuelos comenzó a forjarse lo que hoy somos querida familia, entre su regazo y su cariño, como si el ayer fuera hoy, tras 26 años de vida y recuerdos, todos somos uno, simplemente somos familia y el que escribe no puede estar más orgulloso de miraros, pensaros y sentiros tan, tan cerca, ¿verdad abuelos?.

 

HUMORADAS

Busqué la ciencia, y me enseño el vacío.
Logré el amor, y conquisté el hastío.
¡Quién de su pecho desterrar pudiera,
la duda, nuestra eterna compañera!.
¿Qué es preciso tener en la existencia?
Fuerza en el alma y paz en la conciencia.
No tengáis duda alguna:
felicidad suprema no hay ninguna.
Aunque tú por modestia no lo creas,
las flores en tu sien parecen feas.
Te pintaré en un cantar
la rueda de la existencia:
Pecar, hacer penitencia
y, luego, vuelta a empezar.
En este mundo traidor,
nada es verdad, ni mentira,
Todo es según el color
del cristal con que se mira
.

Ramón de Campoamor

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