La música está viva, está presente. Nos anima, nos relaja, nos contagia y nos pervierte. Y es que todo está envuelto con música: las películas, los anuncios, los establecimientos, etc. incluso cuando se requiere que algo cotidiano nos resulte familiar se le añade una cabecera musical que, al oírla, hace que sepamos de qué se trata. Un ejemplo puede ser los noticiarios, haciéndonos reconocer la sección de las noticias y, desde luego, la cadena televisiva a la que pertenece.
En las fiestas de los pueblos los eventos musicales son un requisito que no puede faltar. Todo se llena de música; los toros, los bares, las peñas y por las noches las verbenas. Las charangas y las bandas de música animan las calles. No quiero decir que sea lo único que anima pero, desde luego, sin música no sería lo mismo.
En muchas culturas la música está presente en sus festividades y celebraciones. Desde muy antiguo había ciertas figuras que acompañaban los rituales con instrumentos de viento. A día de hoy esa tradición aún continúa en cualquier cultura y qué mejor ejemplo que la nuestra propia, donde los tamborileros con su gaita y su tamboril acompañan los pasacalles, las subastas o las celebraciones litúrgicas.
Como estamos tan cerca del día 15 de agosto, día de festividad nacional por la Asunción de la Virgen, os recomiendo que lo aprovechéis para salir a la calle, os empapéis de la música y, si se puede, echeis un baile, que es una de las funcionalidades que también nos otorga la música. ¡Salud!